viernes, 26 de octubre de 2018

Alfonsina pulía palabras y besaba las barajas que anunciaban viajes, herencias y amores...



“A la mujer que piensa se le secan los ovarios. Nace la mujer para producir leche y lágrimas, no ideas; y no para vivir la vida sino para espiarla desde las ventanas a medio cerrar. Mil veces se lo han explicado y Alfonsina Storni nunca lo creyó. Sus versos más difundidos protestan contra el macho enjaulador.

Cuando hace años llegó a Buenos Aires desde provincias , Alfonsina traía unos viejos zapatos de tacones torcidos y en el vientre un hijo sin padre legal. En esta ciudad trabajó en lo que hubiera; y robaba formularios del telégrafo para escribir sus tristezas. Mientras pulía las palabras, verso a verso, noche a noche, cruzaba los dedos y besaba las barajas que anunciaban viajes y herencias y amores.
El tiempo ha pasado, casi un cuarto de siglo; y nada le regaló la suerte. Pero peleando a brazo partido Alfonsina ha sido capaz de abrirse paso en el masculino mundo. Su cara de ratona traviesa nunca falta en las fotos que congregan a los escritores argentinos ilustres.
Este año, en el verano, supo que tenía cáncer. Desde entonces escribe poemas que hablan del abrazo del mar y de la casa que la espera allá en el fondo, en la avenida de las madréporas”
(Eduardo Galeano “1935, Buenos Aires: Alfonsina” en MUJERES)
Alfonsina Storni nacía eL 22 de mayo de 1896 en Sala Caprissca, Cantone Ticino, Suiza. Llegó a la Argentina el 22 de agosto de ese año en compañía de su madre Paulina Martignoni de Storni y sus hermanos mayores María y Romeo, quienes retornaban a la ciudad de San Juan donde los Storni se habían establecido desde 1882.
Escribía poesía “para no morir”, como ella misma decía. Trabajaba de lo que tocara. Y se enfrentó con todos los prejuicios de la época. Estaba en boca de muchos porque era una mujer conocida por lo que escribía en las columnas de algunas publicaciones. Lucha por los derechos civiles de las mujeres y defiende por sobre todas las cosas la dignidad humana.
Alfonsina inaugura un nuevo modelo para las jóvenes que la descubren con sorpresa: es madre soltera, lleva una vida familiar atípica, trabaja como maestra y escritora, gana su propio dinero. Muchas mujeres recitan sus versos y se sienten representadas por ella. No tiene marido que la proteja, no se ha casado ni se casará jamás.
Los intelectuales y artistas de la época recibieron con simpatía la producción literaria de Alfonsina y contribuyeron a su incorporación en alguno de los circuios vanguardistas de la década de 1920. Fue amiga de Leopoldo Lugones y Manuel Ugarte, Horacio Quiroga y José Ingenieros.
La suya fue una crónica de una muerte anunciada. Avisó una y mil veces, desde sus poemas, su deseo de morir. Agobiada por un cáncer y los recientes suicidios de Quiroga y Lugones, Alfonsina decidió seguir la suerte de sus amigos. El 25 de octubre de 1938 se internó en las aguas de las playas de Mar del Plata, provincia de Buenos Aires.
https://uncajonrevuelto.com/?p=162

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