En el barrio de Flores siempre se sintió admiración por las renuncias. La gente distinguida apreciaba como muestra de buen gusto el rechazo de honores, dignidades, premios y cargos pùblicos.
Durante mucho tiempo no existieron recomendaciones escritas al respecto. Ninguno de los autores del barrio se ocupó del asunto para clasificarlo y ordenarlo.