jueves, 24 de enero de 2013

Si los tiburones fueran hombres. Bertolt Brecht



— Si los tiburones fueran hombres —preguntó al señor K. la hijita de su casera— ¿serían más amables con los peces pequeños?
— Seguro que sí —respondió el señor K.—. Si los tiburones fueran hombres, harían construir en el mar enormes cajas para los peces pequeños, y las llenaría de alimentos, tanto vegetales como animales. Se cuidarían de que el agua de las cajas se renovara continuamente y, en general, adoptarían todo tipo de medidas sanitarias.

El gusano .cuento de Roberto Bolaño



Parecía un gusano blanco, con su sombrero de paja y un Bali colgándole del labio inferior. Todas las mañanas lo veía sentado en un banco de la Alameda mientras yo me metía en la Librería de Cristal a hojear libros. Cuando levantaba la cabeza, a través de las paredes de la librería que en efecto eran de cristal, ahí estaba él, quieto, entre los árboles, mirando el vacío.
Supongo que terminamos acostumbrándonos el uno al otro. Yo llegaba a las ocho y media de la mañana y él ya estaba allí, sentado en un banco, sin hacer nada más que fumar y tener los ojos abiertos.

LA VACA Y EL AUTO.JUAN FILLOY



La vaca y el auto La lluvia ha fijado la medula pulverenta del camino. La atmósfera recién lavada esta fresca y limpia. El sol irradia su esplendor de fin de marzo. Viene un auto a gran velocidad. Bajo el cielo de la pampa –caverna diáfana de turmalina- el auto es una catanga bulliciosa y rápida. La sementera húmeda emana un olor másculo, que excita a la hermosa joven que lo conduce. Y acelera, acelera, para que las ráfagas la penetren sensualmente. Más… De pronto, una vaca. Una vaca inmóvil en medio del camino. Chirriar de frenos y diatribas. Las estridencias de la bocina resquebrajan el aire.

Laura Gibson - "Shadows On Parade"



http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=5ZzFTTcdta0


Adele - Set Fire To The Rain (Spanish Sub)



SET FIRE TO THE RAIN


Yuna - Lullabies


Ingrid Michaelson - Over the rainbow



lunes, 21 de enero de 2013

ORHAN PAMUK. EL OJO


El caso que voy a contar me ocurrió una noche de invierno. Me encontraba en una época pesimista: había superado los primeros y difíciles años de mi oficio de periodista pero lo que hacía para poder mantenerme en pie aunque fuera precariamente hacía mucho que había secado el entusiasmo de mis inicios en la profesión. En las frías noches de invierno, mientras me decía «¡Por fin lo he conseguido!», era consciente de que estaba vacío por dentro. Ese invierno, como padecía el insomnio que habría de perseguirme a lo largo de toda mi vida, algunos días me quedaba trabajando en el periódico hasta muy tarde con la secretaria del turno de noche y preparaba algunos artículos que era incapaz de escribir entre la confusión y el alboroto del día. La sección de «Increíble pero cierto», tan de moda por aquel entonces en los periódicos y revistas europeos, le venía como anillo al dedo a aquel trabajo nocturno. Abría cualquier periódico europeo, recortado ya aquí y allá hasta el punto de haberlo dejado hecho trizas, examinaba con cuidado las fotografías de la sección de «Increíble pero cierto» durante un rato (siempre he considerado inútil el conocimiento de una lengua extranjera, incluso perjudicial para mi imaginación) y enseguida tomaba la pluma para escribir lo que me inspiraban las fotografías en una suerte de arrebato artístico.