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martes, 20 de mayo de 2025

En Retirada de Ariana Harwicz



De pie por favor que entra el nuevo profesor que los acompañará hasta el fin del curso y luego tomará su retiro. De pie dije. Muy bien, los dejo, espero que se porten bien. Buenos días, tengo 68 años, este es mi último año como docente. Me cagué encima. (Risas) Perdón, no debería, no es el lugar ni la situación. No debería usarlos de público, además cualquiera que tenga modales sabe que no se dice, no se hace, está mal. Eso me lo enseñaron, mal mal, anoten por favor, saquen papel y lápiz. Miren, no me quiero poner a llorar. Ya no tengo nada que conquistar. También pido disculpas por esto, pero qué hago, opto por ensanchar el único campo que importa, el de la verdad. Como verán, soy bastante amanerado. Ni un paria soy. Pueden empezar a dejar la sala, en silencio y en fila. Me pongo tetas de plástico para amamantar. (Risas). Hablo en femenino.

domingo, 26 de junio de 2022

Traficantes de Tiempo Irene Vallejo



Artículo publicado en El País Semanal el 6/12/2020

«Igual que tú, el niño siente la impaciencia del deseo —lo quiero ya—, pero no puede comprender la razón de la prisa. Para qué sirve la rapidez, cuando el placer consiste en entretenerse, remolonear y ser lentos. Qué inexplicables le parecen vuestras bruscas urgencias, los espabila, los venga vamos, los así no llegaremos nunca. Experto en demoras, se recrea en cada juego, en el peldaño de cada escalera, en cada excursión, como una historia interminable. Tu hijo intuye que el amor exige prodigalidad temporal. Si quieres a alguien, le das tu sosiego, tu desaceleración, tu olvido de los relojes.
Sin embargo, tu pequeño sibarita tiene serios competidores: cada instante, los dispositivos digitales y sus voraces pantallas batallan por secuestrar nuestras horas. Los gigantes tecnológicos codician miradas absortas para subastarlas en un frenético mercado de la atención. Las aplicaciones y las redes sociales son gratuitas solo en apariencia. No pagamos por ellas porque el producto es en realidad otro: nuestro tiempo. Hechizados por imágenes palpitantes y estímulos adictivos, regalamos información sobre nuestros gustos, movimientos, opiniones, miserias y sueños. Cuanto más, mejor: alimentamos bancos de minutos y bases de datos que las empresas venderán al mejor postor y que retornarán en forma de publicidad y propaganda personalizadas. Somos nosotros quienes estamos en venta.

lunes, 26 de abril de 2021

La luna, a retazos y en liquidación31 agosto, 2006. Hernán Casciari



Este relato apareció por primera vez en el blog Orsai, de Hernán Casciari, el 31 agosto, 2006.

Acaba de llegarme el título de propiedad de un terrenito que me compré en la Luna. Me costó 20 dólares —gastos de envío aparte— y lo pagué con tarjeta. Además del certificado con mi nombre grandote, me vino por correo una foto satelital de mi parcela. No sé si ustedes estarán viendo la Luna, pero si la tienen a mano dibujen en ella una cara imaginaria. Mi terrenito estaría sobre el ojo derecho. La región se llama Lago de los Sueños (Lacus Somniorum en latín) y está casi saliendo del Mar de la Serenidad, como quien va al Cráter Posidonius.

El acre que me compré no es gran cosa, también es verdad: haciendo cuentas descubrí que son apenas cuatro mil metros cuadrados. De todas maneras, el hombre que me vendió el terrenito dice que esta zona se está convirtiendo en una de las más deseadas, y me advirtió que me apurase porque se las estaban sacando de las manos. ¿Cómo no iba a hacerle caso a este señor, si es un visionario de la modernidad?

El dueño de la Luna se llama Dennis Hope, pero no siempre fue tan moderno ni tan visionario. De hecho, en su niñez y juventud él miraba la luna como la vemos nosotros: con cara de pavo y pensando en otra cosa. En los años setenta este buen hombre, algo gordito y con gesto entre pánfilo y boludón, trabajaba de ventrílocuo. Iba pueblo por pueblo, junto a un teatro de variedades que funcionaba en el sur de Estados Unidos. A Dennis las cosas no le iban muy bien porque, al parecer, movía demasiado los labios. Pero insistía.

Según dicen, Dennis seguía en el pobre teatro rodante porque estaba enamorado de la hija del dueño. Una chica que se llamaba Alice y que hacía equilibrio o malabares, según la necesidad. Pero la chica era menor, y entonces él la deseaba en silencio, y esperaba a que cumpliera dieciocho para declararse. En medio de la espera, se casó con una bailarina mexicana, pero el matrimonio funcionó muy mal.

sábado, 27 de abril de 2019

Refutación del Regreso. Alejandro Dolina

No hay sueño más grande en la vida que el Sueño del Regreso. El mejor camino es el camino de vuelta, que es también el camino imposible. Los Hombres Sensibles de Flores, en sus nocturnas recorridas por las calles del barrio, planeaban volver.
Volver a cualquier parte.


jueves, 15 de noviembre de 2018

Fuentes de la juventud .Alejandro Dolina




Envejecer es, antes que nada, injusto. Y el hombre noble no se
resigna jamás ante la injusticia.
Varones eminentísimos han luchado contra el tiempo. El carácter
inevitable de la derrota sólo desalienta a los cobardes. 

miércoles, 20 de diciembre de 2017

ASESINO DESINTERESADO BILL HARRIGAN. J.LUIS BORGES POR JORGE FERNÁNDEZ DÍAZ

https://jorgefernandezdiaz.cienradios.com/asesino-desinteresado-bill-harrigan/


La imagen de las tierras de Arizona, antes que ninguna otra imagen: la imagen de las tierras de Arizona y de Nuevo México, tierras con un ilustre fundamento de oro y de plata, tierras vertiginosas y aéreas, tierras de la meseta monumental y de los delicados colores, tierras con blanco resplandor de esqueleto pelado por los pájaros.

sábado, 11 de febrero de 2017

El Recuerdo y el Olvido en el Barrio de Flores. Alejandro Dolina



cualquier testimonio al respecto, es casi un hecho que los Hombres Sensibles hacen alarde de recordarlo todo y suelen ejercitarse en lances tan complicados como la tabla del 113. Esto puede sorprender a quienes han oído que los Hombres Sensibles de Flores huyen de las precisiones científicas como de la peste y son mas bien proclives a la improvisación. Pero también ocurre que estos espíritus atorrantes odian la muerte y sospechan que lo que se olvida, se muere. Por eso no es raro encontrar en los atardeceres de la calle Artigas a los muchachos sombríos memorizando versos murgueros , recordando la formación de Boca en 1955 o repitiendo en voz baja la lista de asistencia del colegio secundario.

viernes, 30 de enero de 2015

EL JARDINERO DE SARAJEVO. MILJENKO JERGOVIC


"Aquí, a unos pocos centenares de kilómetros del fin del mundo, la gente planea su futuro, los zapateros ponen suelas para el invierno, los sastres cosen para ocasiones especiales trajes que durarán toda una vida, los escritores empiezan sagas familiares de tres tomos que escribirán durante diez años. La vida late con un pulso regular entre pequeños engaños y aplazamientos, como los trucos con los cheques y las tarjetas de crédito; las personas permanecen en circuitos cerrados, titilan como anuncios de neón, viven ritualmente su existencia, desde el útero hasta la tumba, lejos de cualquier Apocalipsis. Viven, en realidad, lo que he vivido yo mismo antes de que la guerra trastocara todas las cosas de mi ciudad y alterara todo tipo de ritmo vital. Antes de que el miedo me obligara a olvidarme de todas las consideraciones y huir. Lo que quedó atrás sirve únicamente para calcular el precio del miedo. Mi hogar, mis libros, mi frigorífico, el vídeo, los muebles, el sentimiento de tener que ahorrar para un futuro…"

miércoles, 19 de noviembre de 2014

OCTAVIO PAZ 1914-1924






http://www.horizonte.unam.mx/cuadernos/paz/pazz.html

Oídos con el alma,
pasos mentales más que sombras,
sombras del pensamiento más que pasos,
por el camino de ecos
que la memoria inventa y borra:
sin caminar caminan
sobre este ahora, puente
tendido entre una letra y otra...


Espejo de palabras: ¿dónde estuve?
Mis palabras me miran desde el charco
de mi memoria. Brillan,
entre enramadas de reflejos,
nubes varadas y burbujas,
sobre un fondo del ocre al brasilado,
las sílabas de agua...

 Un charco es mí memoria. 
Lodoso espejo: ¿dónde estuve?
sin piedad y sin cólera mis ojos
me miran a los ojos
desde las aguas turbias de ese charco
que convocan ahora mis palabras. ...



viernes, 19 de septiembre de 2014

MILONGA . OLIVERIO GIRONDO


Sobre las mesas, botellas decapitadas de “champagne” con corbatas blancas de payaso, baldes de níquel que trasuntan enflaquecidos brazos y espaldas de “cocottes”.

El bandoneón canta con esperezos de gusano baboso, contradice el pelo rojo de la alfombra, imanta los pezones, los pubis y la punta de los zapatos.

Machos que se quiebran en un corte ritual, la cabeza hundida entre los hombros, la jeta hinchada de palabras soeces.

Hembras con las ancas nerviosas, un poquitito de espuma en las axilas, y los ojos demasiado aceitados.

De pronto se oye un fracaso de cristales. Las mesas dan un corcovo y pegan cuatro patadas en el aire. Un enorme espejo se derrumba con las columnas y la gente que tenía dentro; mientras entre un oleaje de brazos y de espaldas estallan las trompadas, como una rueda de cohetes de bengala.

Junto con el vigilante, entra la aurora vestida de violeta.


Buenos Aires, octubre, 1921


En Veinte poemas para ser leídos en un tranvía, 1922

martes, 24 de junio de 2014

ENSIMISMARSE Y DESENSIMISMARSE




Cuando conseguí salir de mi ensimismamiento,para volver a la realidad, me encontré que estaba al principio de la calle Fuencarral, casi en la esquina con la Gran Vía. Supuse que la habría recorrido entera, como mínimo desde la glorieta de Bilbao. Llovía suavemente, pero yo llevaba paraguas, bastante viejo, aunque en buen estado. Seguí por Montera en dirección a sol. La lluvia no impedía a las tristes putas sujetar paredes, con los tacones, o con las nalgas. Un camión de bomberos subió con las sirenas puestas por la calle en dirección a Gran Vía. No había incendio alguno, quizás era tan solo un simulacro, o ganas de matar la tarde del sábado. Todos nos apartamos. Llegué a Sol. Allí era donde iba a coger el tren. Al llegar a la boca de acceso al tren y el metro, entre la calle de Alcalá y la Carrera de San Jerónimo, sentí cómo la gente se aglomeraba bajo cubierto, nadie había previsto la lluvia, nadie quería mojarse y, por tanto, salir fuera de aquellos escasos cinco metros cuadrados a resguardo. No podía acceder. Me abrí paso como pude.

domingo, 22 de junio de 2014

MAR ADENTRO .CUENTO. JULIO RAMON RIBEYRO





Desde que zarpara la barca, Janampa había pronunciado sólo dos o tres palabras, siempre oscuras, cargadas de reserva, como si se hubiera obstinado en crear un clima de misterio. Sentado frente a Dionisio, hacía una hora que remaba infatigablemente. Ya las fogatas de la orilla habían desaparecido y las barcas de los otros pescadores apenas se divisaban en lontananza, pálidamente iluminadas por sus faroles de aceite. Dionisio trataba en vano de estudiar las facciones de su compañero. Ocupado en desaguar el bote con la pequeña lata, observaba a hurtadillas su rostro que, recibiendo en plena nuca la luz cruda del farol, sólo mostraba una silueta negra e impenetrable. A veces, al ladear ligeramente el semblante, la luz se le escurría por los pómulos sudorosos o por el cuello desnudo y se podía adivinar una faz hosca, decidida, cruelmente poseída de una extraña resolución. —¿Faltará mucho para amanecer? Janampa lanzó sólo un gruñido, como si dicho acontecimiento le importara poco y siguió clavando con frenesí los remos en la mar negra. Dionisio cruzó los brazos y se puso a tiritar. Ya una vez le habia pedido los remos pero el otro rehusó con una blasfemia. Aún no acertaba a explicarse, además, por qué lo había escogido a él, precisamente a él, para que lo acompañara esa madrugada. Es cierto que el Mocho estaba borracho pero había otros pescadores disponibles con quienes Janampa tenía más amistad. Su tono, por otra parte, había sido imperioso. Cogiéndolo del brazo le había dicho: —Nos hacemos a la mar juntos esta madrugada.

jueves, 5 de junio de 2014

DINOS CÓMO SOBREVIVIR A NUESTRA LOCURA – KENZABURO OÉ


Kenzaburo-Oe
Durante el invierno de 196…, un hombre anormalmente gordo estuvo a punto de caerse al estanque de agua sucia donde se bañaban los osos blancos. Aquello fue para él una experiencia tan dura, que casi se volvió loco. Gracias a este suceso, no obstante, logró librarse de una idea fija que hasta entonces lo había obsesionado; pero, una vez liberado, una lastimosa sensación de soledad hizo encoger todavía más el alma pusilánime de aquel hombre gordo. Entonces, aunque no venía a cuento, debido sobre todo a que por su carácter obraba siempre movido por impulsos repentinos, decidió quitarse de los hombros otro peso que lo oprimía.

EMBARGO- JOSE SARAMAGO



Se despertó con la sensación aguda de un sueño degollado y vio delante de sí la superficie cenicienta y helada del cristal, el ojo encuadrado de la madrugada que entraba, lívido, cortado en cruz y escurriendo una transpiración condensada. Pensó que su mujer se había olvidado de correr las cortinas al acostarse y se enfadó: si no consiguiese volver a dormirse ya, acabaría por tener un día fastidiado. Le faltó sin embargo el ánimo para levantarse, para cubrir la ventana: prefirió cubrirse la cara con la sábana y volverse hacia la mujer que dormía, refugiarse en su calor  y en el olor de su pelo suelto. Estuvo todavía unos minutos esperando, inquieto, temiendo el insomnio matinal.

jueves, 3 de abril de 2014

El extranjero / Albert Camus



Aun en el banquillo de los acusados es siempre interesante oír hablar de uno mismo. Durante los alegatos del Procurador y del abogado puedo decir que se habló mucho de mí y quizá más de mí que de mi crimen. ¿Eran muy diferentes, por otra parte, esos alegatos? El abogado levantaba los brazos y defendía mi culpabilidad, pero con excusas. El Procurador tendía las manos y denunciaba mi culpabilidad, pero sin excusas. Una cosa, empero, me molestaba vagamente. Pese a mis preocupaciones estaba a veces tentado de intervenir y el abogado me decía entonces: «Cállese, conviene más para la defensa.» En cierto modo parecían tratar el asunto prescindiendo de mí. Todo se desarrollaba sin mi intervención. Mi suerte se decidía sin pedirme la opinión. De vez en cuando sentía deseos de interrumpir a todos y decir: «Pero, al fin y al caso, ¿quién es el acusado? Es importante ser el acusado. Y yo tengo algo que decir.» Pero pensándolo bien no tenía nada que decir. Por otra parte, debo reconocer que el interés que uno encuentra en atraer la atención de la gente no dura mucho. Por ejemplo, el alegato del Procurador me fatigó muy pronto. Sólo me llamaron la atención o despertaron mi interés fragmentos, gestos o tiradas enteras, pero separadas del conjunto.

sábado, 15 de marzo de 2014

dialogo entre Oshima y Kafka Tamura,KAFKA EN LA ORILLA.HARUKI MURAKAMI



FLORENCE ROMETSCH


"... A mi no me importa la bandera que enarbolen. Lo que yo no puedo soportar es a esos tipos huecos. Y cuando se me pone uno adelante no me puedo aguantar. ... Sujetos estrechos de miras, intolerantes y sin imaginación. Tesis desconectadas de la realidad, terminología vacía, ideales usurpados, sistemas inflexibles. Son estas cosas las que a mí, realmente, me dan miedo.Son estas cosas las que yo temo y odio con todo mi corazón. Es importante saber qué es correcto, y qué no lo es, por supuesto. Sin embargo, los errores de juicios personales pueden corregirse en la mayoría de los casos. Si uno tiene la valentía de reconocer su error, las cosas, generalmente, se pueden arreglar. Pero la estrechez de miras y la intolerancia de la gente sin imaginación son igual que parásitos. Provocan cambios en el cuerpo que los acoge y, mudando de forma, se reproducen hasta el infinito. Y eso no hay manera de detenerlo. Y yo, semejantes sujetos no quiero que entren aquí.... Y no puedo tomarme a risa a gente como ésa. ...."

Parrafo extraido de un dialogo entre Oshima y Kafka Tamura, personajes del libro "Kafka en la Orilla", de Haruki Murakami.

Haruki Murakami:" Kafka en la orilla"..."A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena





"A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con a Muerte antes del amanecer. Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso. Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí solo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo. Imagínate una tormenta como ésta. 
Y tú en verdad la atravesarás, claro está. La violenta tormenta de arena. La tormenta de arena metafísica y simbólica. Pero por más metafísica y simbólica que sea, te rasgará cruelmente la carne como si de mil cuchillas se tratase. Muchas personas han derramado allí su sangre y tu, asimismo, derramarás allí la tuya. Sangre caliente y roja. Y esa sangre se verterá en tus manos. Tu sangre y, también, la sangre de los demás. 
Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tu no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No! Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa si quedara clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella. Y ahí estriba el significado de la tormenta de arena." 


miércoles, 5 de marzo de 2014

HARUKI MURAKAMI...Y UNA VEZ QUE LA TORMENTA TERMINE...


Y una vez que la tormenta termine, no recordarás como lo lograste, como sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa si es segura. Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso se trata esta tormenta.
Haruki Murakami

domingo, 16 de febrero de 2014

UNDERGROUND RAILROAD* .POR MARI CARMEN AZKONA


El sol comienza a descender sobre las suaves colinas que  rodean la plantación. Finaliza otro día interminable de trabajo, en el que el calor sofocante, la tortura, el dolor y el pánico lo inundan todo.
En el porche de la vieja cabaña que hay junto al río, mamá Harriet se mece al son de los acordes de la canción que los esclavos cantan alrededor del fuego. Swing low, sweet chariot, coming for to carry me home… Sus labios perfilan una sonrisa que desmiente la tristeza que hay en su mirada. « Dulce carromato, ven para llevarme a casa… ». Sus manos se estremecen al abrir la caja de latón que tiene en su regazo. Con mucho cuidado, saca de su interior una pluma blanca y la acaricia mientras retrocede en el tiempo. Se ve a ella misma, abrazada a su madre, a bordo del barco que las trajo a América tras ser capturadas en las inmediaciones de su aldea. Hacinamiento, hambre, suciedad, gritos, miedo, llanto… dolor.

jueves, 30 de enero de 2014

TRUMAN CAPOTE:EL HALCÓN DECAPITADO (1946)





Forman parte de los rebeldes a la luz: no han conocido los caminos y no se volvieron por sus senderos.(…) En las tinieblas perforan las casas, de día se ocultan, sin conocer la luz. Para ellos el alba es la sombra: el clarear del día les aterra.
Job 24: 13, 16, 17

1

Vincent apagó las luces de la galería. Después de cerrar la puerta, ya afuera alisó el ala de un elegante panamá y se encaminó a la Tercera Avenida, golpeando la acera ligeramente con la caña de su sombrilla. Desde el amanecer una promesa de lluvia había oscurecido el día; ahora un cielo de abultadas nubes cubría el sol de las cinco de la tarde; pero hacía un calor tan húmedo como bruma tropical y las voces resonaban en esa calle gris de julio de un modo extraño, embozado, que delataba un trasfondo de inquietud. Vincent sintió como si avanzara bajo el mar. Los autobuses que atravesaban la ciudad por la calle Cincuenta y siete parecían peces de vientre verde, los rostros de los pasajeros se asomaban, meciéndose como máscaras sobre una ola. Examinó a los transeúntes hasta que finalmente la vio con su impermeable verde. Estaba en la céntrica esquina de la Cincuenta y siete y la Tercera Avenida, fumando un cigarrillo; daba la impresión de tararear una melodía. El impermeable era transparente. Llevaba pantalones negros de pinzas, sandalias sin calcetines, una camisa blanca de hombre.