jueves, 22 de septiembre de 2011

“los daños materiales”, de matilde sanchez,por Beatriz Sarlo





Cold porno
La ensayista continúa con sus lecturas de literatura argentina contemporánea. En este caso comenta la última novela de Matilde Sánchez, publicada por la editorial Alfaguara. Una larga carta que para la narradora parece querer servir, una vez publicada, como advertencia psicológica o guía mundana para otras mujeres: una carta a futuras víctimas de un maníaco sexual. Y la primera advertencia a esas víctimas es que la manía sexual es contagiosa. Según la autora de este ensayo, tal como ocurre con el Marqués de Sade, la pornografía tiene siempre una dimensión moral.
Por Beatriz Sarlo


Matilde Sánchez. Periodista y escritora, entre sus libros se cuentan La ingratitud (su primera novela),
En las primeras líneas de Los daños materiales, Matilde Sánchez niega que se trate de una novela, aunque pocos renglones después admite que quizá lo sea: “una novela de amor negro y suspenso legal, un thriller psicológico –un documental dirigido” por un psicoanalista. Pero las primeras palabras con las que define su obra son: “Esto es una carta”. El lector todavía no está en condiciones de verificar o contradecir a la autora. Terminada la lectura, cierra el libro con la seguridad de que ha leído una novela que tiene algo de carta. No necesita saber si lo que le han narrado sucedió en alguna realidad exterior cuyo conocimiento es inútil y sólo daría satisfacción a la curiosidad biográfica. Y, además, todo lo que le han narrado responde a los géneros que, alternativamente, se negaron y se afirmaron en el comienzo.

"La ingratitud", de Matilde Sanchez .x Beatriz Sarlo.




LA INGRATITUD
La inteligencia

La ensayista continúa la serie de lúcidos artículos en los que reflexiona acerca de las novedades editoriales de la literatura argentina contemporánea. En este caso se trata de una relectura y una reedición, ya que la novela de Sánchez apareció por primera vez en 1992, pero se trata de una excepción ineludible: el libro le parece a Sarlo “tan perfecto” como hace veinte años.

Por Beatriz Sarlo


06/08/11 - 09:50



Ayer como hoy. Las cualidades de la literatura de Sánchez que vino después ya estaban en ésta, su primera novela.


Matilde Sánchez escribió esta novela en 1986. Fue publicada en 1992, por la editorial de Ada Korn. En el prólogo que ahora le agrega para esta edición de Mardulce, Sánchez observa que en aquel tiempo “al contrario de lo que ocurre hoy, la juventud se consideraba un obstáculo para una primera novela”. Quizá por eso la novela sea tan perfecta. Recuerdo que hace 25 años lo “inacabado” no era un mérito salvo que antes se hubieran escrito novelas “acabadas”. No había especial debilidad por lo juvenil y las primeras novelas de Sánchez, de Alan Pauls, de Sergio Chejfec o de Daniel Guebel no reclamaban esa prerrogativa.
Cuando entonces leí los originales de La ingratitud tuve la impresión de estar ante una novela que debía ser publicada.

Otros originales de primeras novelas no suscitan la convicción de que deben pasar a imprimirse de inmediato. Con La ingratitud, en cambio, pensé: esta novela es inesperada y sorprendentemente buena. Haber dicho algo antes no implica necesariamente un acierto. A veces, todo lo contrario.

Ahora, volví a leer La ingratitud y tengo la convicción de que acertaba. Es un texto notable por su inteligencia, por la acerada seguridad de la escritura sin vacilaciones y por la capacidad de exponer un drama de sentimientos con la misma distancia con que observa una ciudad extranjera. Estas cualidades son las de la literatura de Sánchez en los años que siguieron. Es lo primero de una mujer que ya estaba constituida como la escritora que es hoy. Había leído lo que necesitaba para escribir y lo incorporaba sin exhibicionismo juvenil y sin los manierismos, habituales en los años ochenta, de una ficción que citaba otras ficciones. La ingratitud no es una novela juvenil; tampoco es un destilado hiperliterario que propone cada cita como si se tratara de un concurso en el que los lectores juegan su inclusión en una comunidad de gente instruida.