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martes, 20 de mayo de 2025

En Retirada de Ariana Harwicz



De pie por favor que entra el nuevo profesor que los acompañará hasta el fin del curso y luego tomará su retiro. De pie dije. Muy bien, los dejo, espero que se porten bien. Buenos días, tengo 68 años, este es mi último año como docente. Me cagué encima. (Risas) Perdón, no debería, no es el lugar ni la situación. No debería usarlos de público, además cualquiera que tenga modales sabe que no se dice, no se hace, está mal. Eso me lo enseñaron, mal mal, anoten por favor, saquen papel y lápiz. Miren, no me quiero poner a llorar. Ya no tengo nada que conquistar. También pido disculpas por esto, pero qué hago, opto por ensanchar el único campo que importa, el de la verdad. Como verán, soy bastante amanerado. Ni un paria soy. Pueden empezar a dejar la sala, en silencio y en fila. Me pongo tetas de plástico para amamantar. (Risas). Hablo en femenino.

sábado, 23 de noviembre de 2024

Lydia Davis, Cuatro cuentos

 



La escapada


Una explosión de ira cerca de la ruta, decir que no a la charla en el camino, un silencio en el bosque de pinos, otro silencio sobre el puente viejo del ferrocarril, intentar una muestra de afecto en el agua, decir que no a terminar la discusión entre las piedras llanas, un grito de bronca en la barranca, un llanto entre los yuyos.

Voces perdidas en la nieve”, un cuento de Mavis Gallant

 



A mitad del período de entreguerras, los padres que en su propia infancia habían sido formados con rigor eduardiano eran propensos a darles un tono categórico a preguntas muy simples: “Porque lo digo yo” era la respuesta a “¿Por qué?”, y la respuesta de un niño a “¿Qué te acabo de decir?” pocas veces podía ser distinta a “Que no” –que no digas, hagas, toques, saques, salgas, discutas, rechaces, comas, levantes, abras, grites, pongas mala cara, se te vea enojado–. 

miércoles, 25 de septiembre de 2024

Los Huéspedes. Saki





-El Paisaje que se ve desde nuestras ventanas es verdaderamente encantador –dijo Annabel-; esos huertos de cerezos y esos prados verdes, y el río que serpentea a lo largo del valle, y la torre de la iglesia asomándose entre los olmos, todo eso hace una verdadera pintura. Ha algo, aquí terriblemente soñoliento y lánguido, sin embargo; el estancamiento parece ser la nota dominante. Nunca pasa nada; tiempo de sembrar y de cosechar, una ocasional epidemia de sarampión o una tempestad moderadamente destructiva, y un poco de excitación por las elecciones más o menos una vez cada cinco años, eso es todo lo que tenemos para alterar la monotonía de nuestras existencias. 
¿Más bien horrible, no es cierto?

jueves, 1 de febrero de 2024

El Negro de París, Osvaldo Soriano

 



El Negro es un gato tranquilo, distante, tosco a veces, sin ser grosero. Mi papá y yo fuimos a buscarlo una tarde a la Sociedad Protectora de Animales de París. Habíamos llegado tiempo atrás a Francia, y yo me sentía muy solo, sin entender por qué habíamos dejado Buenos Aires con tanto apuro.

Mi papá y mi mamá me explicaron muchas veces que corríamos peligro mientras los militares gobernaran en el país y que sería mejor que yo creciera y fuera a una escuela en un lugar donde me enseñarían a vivir en libertad. Cuando nos fuimos de Buenos Aires no tuvimos tiempo de llevarnos nuestras cosas; yo tuve que dejar un triciclo y un largo tren eléctrico que hacía marchar entre montañas, bosques y ríos que cabían sobre la mesa del comedor. Pero lo que más me dolió fue dejar a Pulqui, que dormía conmigo hecha una bolita tibia, acurrucada entre mis piernas, hasta que me despertaba a la mañana, siempre a la misma hora, para ir al colegio.

martes, 16 de enero de 2024

un artículo de Marion Eppinger relatado por Jorge Fernández Díaz en pensándolo bien


Jorge Fernández  en Pensándolo bien , comenzó leyendo un artículo de Marion Eppinger que narra en primera persona la terrible experiencia de tener que vivir escondida en una casa colmada de oficiales nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Corría el año 1944 y los nazis ya casi perdían la guerra. Pero aun camino a la derrota, en marzo de ese año, las tropas alemanas ingresaron a Hungría, mi país, con el plan de completar lo que llamaban la solución final. Traducido a lengua humana o inhumana ese plan consistía pura y simplemente en la aniquilación total de la comunidad judía en Europa.

domingo, 26 de marzo de 2023

La puerta en el muro[Cuento - Texto completo.]H.G. Wells


I🌸

Hace aproximadamente tres meses, en una noche confidencial, Lionel Wallace me contó esta historia de la Puerta en el Muro. Y en aquel momento pensé que, en lo referente a mi amigo, la historia era verídica.

Me la contó con tan sencilla y directa capacidad de persuasión que no tuve más remedio que creerle. Pero a la mañana siguiente, en mi piso, me desperté en una atmósfera diferente.

Y mientras yacía en la cama y rememoraba las cosas que me había contado, despojadas del hechizo de su voz lenta y grave, privadas del foco tamizado de la luz de la mesa, de la atmósfera indefinida que nos envolvía a ambos y del agradable brillo de las cosas, del postre, de los vasos y de la mantelería de la cena que habíamos compartido, que las había convertido en aquel momento en un pequeño mundo brillante muy alejado de las realidades cotidianas, todo aquello me pareció francamente increíble.

lunes, 3 de octubre de 2022

Ragazza che precipita. Dino Buzzati



A diciannove anni, Marta si affacciò dalla sommità del grattacielo e, vedendo di sotto la città risplendere nella sera, fu presa dalle vertigini.
Il grattacielo era d’argento, supremo e felice in quella sera bellissima e pura, mentre il vento stirava sottili filamenti di nubi, qua e là, sullo sfondo di un azzurro assolutamente incredibile. Era infatti l’ ora che le città vengono prese dall’ispirazione e chi non è cieco ne resta travolto.
Dall’aereo culmine la ragazza vedeva le strade e le masse dei palazzi contorcersi nel lungo spasimo del tramonto e là dove il bianco delle case finiva, cominciava il blu del mare che visto dall’alto sembrava in salita. E siccome dall’oriente avanzavano i velari della notte, la città divenne un dolce abisso brulicante di luci; che palpitava.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

«El Espejo» de Haruki Murakami cuento, traducción de Diana Morales Morales


Fidel Sclavo

Todas las historias que has estado contado esta noche parecen pertenecer a dos categorías. Están las del tipo en las que tienes el mundo de los vivos de un lado, el mundo de los muertos en el otro, y una fuerza que permite el cruce de un lado al otro. Esto incluye fantasmas y cosas así. El segundo tipo incluye habilidades paranormales, premoniciones, la habilidad de predecir el futuro. Todas tus historias pertenecen a alguno de estos dos grupos.

De hecho, tus experiencias tienden a pertenecer, casi todas, a alguna de estas categorías. Lo que quiero decir es que la gente que ve fantasmas sólo ve fantasmas, nunca tiene premoniciones. Y los que tienen premoniciones no ven fantasmas. No sé por qué pero parece haber una predilección individual por una u otra. Al menos esa impresión me da.

domingo, 26 de junio de 2022

Mirarse el ombligo | Por Irene Vallejo


Fidel Sclavo

Los mapas cuentan historias y revelan pasiones, y también están hechos de mentiras.

El mundo es un pañuelo. Lo afirma el refranero popular, nuestra particular enciclopedia de bolsillo. En latín la palabra “mappa” significaba servilleta, toalla o trapo. Así llamaban a la tela rectangular que, en el silencio expectante del circo, daba la señal de salida para las carreras de carros, como si aquellos caballos fueran a galopar por confines y fronteras. Sobre la superficie de esos lienzos, los romanos dibujaban los perfiles del orbe que conocían.

Los mapas retratan nuestros mejores y peores rasgos: curiosidad ávida y hambre de descubrimiento, pero también vanidad conflictiva y sed de anexión. Nos fascinan porque cuentan historias y revelan nuestras pasiones. Además, construyen nuestra mirada. Las razones por las que el norte figura arriba no son científicas, sino estratégicas. Lo alto tiene connotaciones positivas, mientras que lo bajo se mira por encima del hombro. Asociamos la pobreza al sur y la prosperidad con países septentrionales. La famosa fotografía de la Tierra que tomó la nave Apolo 17 en 1972 —la canica azul— fue rotada para su publicación, pues ya solo sabemos leer el planeta colocado de esa única forma. Sin embargo, durante siglos el este ocupó habitualmente la posición superior porque la luz surge de oriente, mientras que el norte simbolizaba un territorio de oscuridad: desde entonces, “orientarnos” significa buscar la referencia allá donde nace el día. 

Traficantes de Tiempo Irene Vallejo



Artículo publicado en El País Semanal el 6/12/2020

«Igual que tú, el niño siente la impaciencia del deseo —lo quiero ya—, pero no puede comprender la razón de la prisa. Para qué sirve la rapidez, cuando el placer consiste en entretenerse, remolonear y ser lentos. Qué inexplicables le parecen vuestras bruscas urgencias, los espabila, los venga vamos, los así no llegaremos nunca. Experto en demoras, se recrea en cada juego, en el peldaño de cada escalera, en cada excursión, como una historia interminable. Tu hijo intuye que el amor exige prodigalidad temporal. Si quieres a alguien, le das tu sosiego, tu desaceleración, tu olvido de los relojes.
Sin embargo, tu pequeño sibarita tiene serios competidores: cada instante, los dispositivos digitales y sus voraces pantallas batallan por secuestrar nuestras horas. Los gigantes tecnológicos codician miradas absortas para subastarlas en un frenético mercado de la atención. Las aplicaciones y las redes sociales son gratuitas solo en apariencia. No pagamos por ellas porque el producto es en realidad otro: nuestro tiempo. Hechizados por imágenes palpitantes y estímulos adictivos, regalamos información sobre nuestros gustos, movimientos, opiniones, miserias y sueños. Cuanto más, mejor: alimentamos bancos de minutos y bases de datos que las empresas venderán al mejor postor y que retornarán en forma de publicidad y propaganda personalizadas. Somos nosotros quienes estamos en venta.

domingo, 23 de enero de 2022

ELLA/EVA Marisa Alvez.




sola

absolutamente sola

erguida
hecha jirones

de pie
tus propias vísceras
el engaño atroz de las últimas máscaras
una piel demasiado sensible
el feroz aleteo del miedo
develado pájaro

cuánto cuesta
cuánto

intuición y río
luna y sangre

de dónde el resistir
de dónde la fuerza
de dónde la luz

soledad quemante
el vislumbrar de la memoria te sostiene

las mujeres que sentimos
el exilio y la sombra
estamos con vos

*

MarisaAlvez

(Tapebicuá, Corrientes, Argentina, 1964)
Reside en La Cruz
de Para respirar, Moglia Ediciones, Corrientes, 2020
Ilustración de #AnaSofíaCastañón

viernes, 30 de julio de 2021

Ciudad Santa. Guillermo Orsi

 




Lectura: "Ciudad Santa", de Guillermo Orsi.  Un crucero de lujo encalla en el Río de la Plata y miles de turistas con las billeteras llenas desembarcan en una Buenos Aires que se les abre como la boca de un lobo. Corderitos sacrificiales para los que manejan los bajos fondos de una ciudad que esconde la mugre entre bifes anchos, milongas embaucadoras y esquinas que mienten París. Como escribe Orsi: "una selva sin tarzanes, un jardín artificial en el que las rosas y los jazmines son de plástico, donde los ricos viven en barrios construidos sobre los escombros o sobre los muertos". En este escenario se cruzarán de manera salvaje los destinos de una abogada sacapresos, un policía solitario, un asesino con chapa, una reina de belleza boliviana, un gigoló paraguayo, un narco colombiano y un fantasmal amputador de cabezas. Personajes que bailarán tangos amargos y brutales, a veces con la vida, casi siempre con la muerte. "Ciudad Santa" tiene el ritmo, el pulso y la violencia de "Cosecha roja". Al igual que Hammett, Orsi  lanza una mirada desencantada sobre el sistema, se ríe de él, juega con los hilos que no se ven pero están y construye una historia que, como un cubo Rubik enloquecido, gira entre ejecuciones, secuestros, trampas, ajustes de cuenta, extorsiones y tiroteos. Intensa, oscurísima, "Ciudad Santa" es una referencia ineludible dentro lo mejor del género policial argentino del siglo XXI. Un dato: esta novela obtuvo el premio Dashiell Hammett en 2009 y nunca antes había sido publicada en el país.

José María Marcos. Ceguera


No habrá nunca una puerta. Estás adentro.

Jorge Luis Borges, Laberinto

 



Hoy estoy ciego, y si bien me es difícil hablar de felicidad, puedo decir que he alcanzado cierto grado de serenidad, y de satisfacción.

Durante largos años esperé esta ceguera, que de día es como una tela amarillenta, sucia, porosa, y sólo de noche, distante de cualquier simulacro del sol, es oscura como lo he deseado, no sé si con fervor pero sí con secreta desesperación.

Ya en la infancia sabía que era distinto a mis hermanos, a mis padres, a mis amigos. Mi aspecto era el de un niño común y corriente, desgarbado, solitario y asediado por constantes ataques de alergia. Lo diferente tenía que ver con algo que se manifestó una tarde en Hust, en la quinta de mis padres, y que sólo puedo expresar con torpes palabras.

lunes, 26 de abril de 2021

Matar la crisis a volantazos, 23 septiembre, 2010. Hernán Casciari


Fidel Sclavo

Voy a cumplir cuarenta. Lo escribo así, de sopetón, para que se asusten los lectores jóvenes. La famosísima crisis es inminente. En las vísperas redondas (los veinte, los treinta) me pregunté siempre lo mismo: ¿cómo se esquiva una crisis que acecha? Cuando estaba a punto de cumplir los treinta cambié de país, de siglo y de estado civil. Hice todo eso nada más que para distraer mi crisis. Ahora viene otra, más intensa, y algo tendré que hacer. Un volantazo fulminante que me haga olvidar lo más terrible: que quedan diez años menos.

Cuando me llegaron los treinta pasaron un montón de cosas que distrajeron mi crisis: cambió el milenio, cayeron las torres, me subí al último avión de fumadores y pasé mi primer fin de año con nieve. Conocí a Cristina y supe que me iría a vivir con ella. Me convertí en un inmigrante y dejé de escribir literatura analógica. Perdí mis códigos y mi jerga. Probé la horchata y el hachís. Le enseñé a mis padres a instalar un messenger y a usarlo cada día. Entendí, como pude, los beneficios y las contras de internet, esa confusión gigantesca que empezaba a mostrar las uñas. Y sin entenderlo del todo me puse a escribir allí, en ese reducto nuevo, sin esperar nada.

Melancolía de mujeres analógicas, 24 abril, 2009 .Hernán Casciari


Daniel Egneus

Este relato apareció por primera vez en el blog Orsai, de Hernán Casciari, el 24 abril, 2009.
Me encuentro con un viejo compañero de la primaria que no veía desde los años ochenta, y del que tuve noticias a través de una red social. Nos citamos en un bar del centro, nos palmeamos con cariño falso, pedimos unas cervezas. Le digo: "Qué increíble, para lo que acaba sirviendo Facebook". Se ríe fuerte, como si le estuviera tomando el pelo: "Si Facebook sirviera solamente para encontrarme con vos, gordo boludo —me dice—, yo no tendría banda ancha en casa. A mí Facebook me cambió la vida, pero de verdad".

—¿Para tanto? —le pregunto.

—Mirá para afuera —me explica—. Imaginate que todas las mujeres que están pasando ahora por la calle tuvieran un cartel en el culo que dijera «estoy en una relación complicada», o «soy soltera», o «solamente busco amistad», o incluso «me interesan los hombres y también las mujeres»...

La luna, a retazos y en liquidación31 agosto, 2006. Hernán Casciari



Este relato apareció por primera vez en el blog Orsai, de Hernán Casciari, el 31 agosto, 2006.

Acaba de llegarme el título de propiedad de un terrenito que me compré en la Luna. Me costó 20 dólares —gastos de envío aparte— y lo pagué con tarjeta. Además del certificado con mi nombre grandote, me vino por correo una foto satelital de mi parcela. No sé si ustedes estarán viendo la Luna, pero si la tienen a mano dibujen en ella una cara imaginaria. Mi terrenito estaría sobre el ojo derecho. La región se llama Lago de los Sueños (Lacus Somniorum en latín) y está casi saliendo del Mar de la Serenidad, como quien va al Cráter Posidonius.

El acre que me compré no es gran cosa, también es verdad: haciendo cuentas descubrí que son apenas cuatro mil metros cuadrados. De todas maneras, el hombre que me vendió el terrenito dice que esta zona se está convirtiendo en una de las más deseadas, y me advirtió que me apurase porque se las estaban sacando de las manos. ¿Cómo no iba a hacerle caso a este señor, si es un visionario de la modernidad?

El dueño de la Luna se llama Dennis Hope, pero no siempre fue tan moderno ni tan visionario. De hecho, en su niñez y juventud él miraba la luna como la vemos nosotros: con cara de pavo y pensando en otra cosa. En los años setenta este buen hombre, algo gordito y con gesto entre pánfilo y boludón, trabajaba de ventrílocuo. Iba pueblo por pueblo, junto a un teatro de variedades que funcionaba en el sur de Estados Unidos. A Dennis las cosas no le iban muy bien porque, al parecer, movía demasiado los labios. Pero insistía.

Según dicen, Dennis seguía en el pobre teatro rodante porque estaba enamorado de la hija del dueño. Una chica que se llamaba Alice y que hacía equilibrio o malabares, según la necesidad. Pero la chica era menor, y entonces él la deseaba en silencio, y esperaba a que cumpliera dieciocho para declararse. En medio de la espera, se casó con una bailarina mexicana, pero el matrimonio funcionó muy mal.

jueves, 22 de abril de 2021

La niña perdida - Elena Ferrante



Edición: Lumen, 2015 (trad. Celia Filipetto Isicato)
Páginas: 544
ISBN: 9788426402783
Precio: 24,90 € (e-book: 10,99 €)
Advertencia: La niña perdida es la última parte de la tetralogía Dos amigas. Si no has leído los libros anteriores, te aconsejo no seguir leyendo, puesto que en la reseña se hace referencia a temas importantes de estos. En cualquier caso, te animo a descubrirlos: son extraordinarios.
***
Ya ha ocurrido: Elena Ferrante, la escritora sin rostro, se ha convertido en un fenómeno de ventas en España y en muchos países (de crítica lo es desde hace años). Cuando una novela funciona, llegan las suspicacias. Estos días leeréis muchos comentarios desconfiados y prejuiciosos, que recelan de una autora por haber cometido el pecado de tener éxito. Solo que Ferrante no es una escritora cualquiera y su popularidad no responde a criterios comerciales. El que la ha leído, lo sabe. La saga Dos amigas (2011-2014) es, y con fundamento, uno de los acontecimientos literarios más importantes del siglo XXI. Lejos de la superficialidad y la dulzura, esta historia de dos chicas nacidas en los años cuarenta en un barrio humilde de Nápoles retrata a la primera generación de mujeres que se enfrentó al reto de conciliar una profesión cualificada con la vida doméstica; y todo ello con un intenso conflicto de clases como telón de fondo. Ferrante, además, aprendió de Elsa Morante que la buena literatura puede convivir con una trama apasionante sin que la profundidad se resienta, de modo que sus libros se leen con gran avidez, con ganas de saber qué pasará y, al mismo tiempo, con atención para no perder detalle de la radiografía social que lleva a cabo.

La amiga estupenda - Elena Ferrante


Edición: Lumen, 2012
Páginas: 392
ISBN: 9788426420787


Lenù: «Siempre ha sido así, desde que éramos niñas: todos creen que ella es mala y yo, buena» (pág. 329).

Nadie sabe quién se esconde tras el pseudónimo de Elena Ferrante, ni dónde vive, ni si es hombre o mujer; pero poco importa: no hay mejor carta de presentación que su espléndida obra. La crítica la considera una de las mejores voces de la narrativa italiana contemporánea y se la ha comparado con la gran Elsa Morante. Hasta el momento ha publicado cuatro novelas para adultos: las tres primeras se reúnen en el volumen Crónicas del desamor (2010), y la cuarta es La amiga estupenda (2012), el comienzo de una trilogía que narra la vida de dos chicas en un barrio humilde de Nápoles a mediados del siglo XX. También ha escrito ensayo y literatura infantil.

Las raíces de una amistad

La amiga estupenda arranca con la desaparición de Lila, la amiga estupenda de la narradora, Elena (Lenù). Las dos son mujeres mayores y Lenù parece ser la única capaz de ayudar al hijo de Lila a encontrarla, pero entonces se produce un salto al pasado, se deja de lado este punto de partida y la autora empieza a narrarnos los orígenes de esta amistad. Este primer libro comprende la etapa correspondiente a la infancia y la adolescencia de las protagonistas, la fase en la que forjaron su personalidad y crearon un vínculo entre ambas que no se rompería nunca.

Las muchachas pertenecen a un barrio pobre de Nápoles, las dos son inteligentes y en algunos momentos surge rivalidad entre ellas, aunque lo más característico de su relación es el carácter especial de la amiga: Lila tiene un intelecto brillante, pero además sabe defenderse y su personalidad no deja indiferente a nadie. Es una persona que haga lo que haga brilla con luz propia, todo lo contrario de lo que le ocurre a la seria y sensata Lenù, que a su lado se siente gris y anodina. Lenù encarna lo que se suele conocer como buena niña, mientras que Lila, a pesar de su genio, es la oveja negra. Dos protagonistas caracterizadas a la perfección, tan verosímiles que parecen mucho más que una creación ficticia.

A lo largo de los años las dos chicas pasan por diversas etapas: desde su lectura infantil de Mujercitas, que las llevó a fantasear con ser escritoras, a los rumbos desiguales de la adolescencia, cuando Lenù puede seguir estudiando y Lila se ve obligada a trabajar en el negocio familiar. Cada una hace su vida, en ocasiones a Lenù le cuesta comprender a Lila, pero aun así vuelven a unirse en los momentos clave. Este es el tema central de la obra.

Sandor Marai


Fidel Sclavo

Sandor Marai en La extraña, escribió: Ahora le pareció que no había tenido ni idea de lo que era la soledad, había vivido en medio de un gran tumulto desde el momento de nacer. Aquello era por fin la soledad: lo que lo rodeaba allí, aquel crepúsculo incoloro y agonizante, aquel silencio denso y oleoso, y allá abajo el mar, cuya inmensa superficie reflejaba el vacío del cielo; y él, al fin, podía agarrarse a aquella costa como un náufrago al arrecife. Estaba rodeado de pinos y en medio del claro se alzaba una roca, un trozo de piedra cuadrada, como un altar pagano; el sendero que llevaba hasta allí estaba recubierto por una espesa capa de pinocha. «Por fin solo», pensó, y se desperezó.