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martes, 16 de enero de 2024

un artículo de Marion Eppinger relatado por Jorge Fernández Díaz en pensándolo bien


Jorge Fernández  en Pensándolo bien , comenzó leyendo un artículo de Marion Eppinger que narra en primera persona la terrible experiencia de tener que vivir escondida en una casa colmada de oficiales nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Corría el año 1944 y los nazis ya casi perdían la guerra. Pero aun camino a la derrota, en marzo de ese año, las tropas alemanas ingresaron a Hungría, mi país, con el plan de completar lo que llamaban la solución final. Traducido a lengua humana o inhumana ese plan consistía pura y simplemente en la aniquilación total de la comunidad judía en Europa.

lunes, 26 de abril de 2021

Colombia. O cómo volver a casa después del infierno”, en La Nación Revista. Carolina Aguirre



Lo único que sé sobre Colombia es que hacen mis telenovelas preferidas y que es un país violento. Te lo avisa todo el mundo antes de subirte al avión. Que hay secuestros, que te matan, que ojo con las FARC, que en Bogotá nunca sale el sol, que hay militares en todas las esquinas. Yo siempre contesto lo mismo: que a mí nada me miedo, menos Colombia, patria de Betty la fea y Café con aroma de mujer. Pero ese es un problema que tengo yo, que nada me da miedo.

Viajo con mi novio. Estamos juntos hace cuatro o cinco meses y la relación está en su peor momento. Salvo cuando salimos y nos divertimos, al lado suyo la paso pésimo. Él es un mujeriego oscuro y no le creo nada de lo que dice. Su pasado me atormenta, no me gusta cómo le habla a su ex mujer, tuvo demasiadas amantes y sus anécdotas están llenas de agujeros. Cuando pienso en eso, tengo un ataque de angustia, me pongo a llorar y lo dejo. Lo dejé una vez durante el primer mes. Dos veces el segundo. Tres o cuatro el tercero. A esta altura, lo dejo una vez por semana por lo menos.

Matar la crisis a volantazos, 23 septiembre, 2010. Hernán Casciari


Fidel Sclavo

Voy a cumplir cuarenta. Lo escribo así, de sopetón, para que se asusten los lectores jóvenes. La famosísima crisis es inminente. En las vísperas redondas (los veinte, los treinta) me pregunté siempre lo mismo: ¿cómo se esquiva una crisis que acecha? Cuando estaba a punto de cumplir los treinta cambié de país, de siglo y de estado civil. Hice todo eso nada más que para distraer mi crisis. Ahora viene otra, más intensa, y algo tendré que hacer. Un volantazo fulminante que me haga olvidar lo más terrible: que quedan diez años menos.

Cuando me llegaron los treinta pasaron un montón de cosas que distrajeron mi crisis: cambió el milenio, cayeron las torres, me subí al último avión de fumadores y pasé mi primer fin de año con nieve. Conocí a Cristina y supe que me iría a vivir con ella. Me convertí en un inmigrante y dejé de escribir literatura analógica. Perdí mis códigos y mi jerga. Probé la horchata y el hachís. Le enseñé a mis padres a instalar un messenger y a usarlo cada día. Entendí, como pude, los beneficios y las contras de internet, esa confusión gigantesca que empezaba a mostrar las uñas. Y sin entenderlo del todo me puse a escribir allí, en ese reducto nuevo, sin esperar nada.

Melancolía de mujeres analógicas, 24 abril, 2009 .Hernán Casciari


Daniel Egneus

Este relato apareció por primera vez en el blog Orsai, de Hernán Casciari, el 24 abril, 2009.
Me encuentro con un viejo compañero de la primaria que no veía desde los años ochenta, y del que tuve noticias a través de una red social. Nos citamos en un bar del centro, nos palmeamos con cariño falso, pedimos unas cervezas. Le digo: "Qué increíble, para lo que acaba sirviendo Facebook". Se ríe fuerte, como si le estuviera tomando el pelo: "Si Facebook sirviera solamente para encontrarme con vos, gordo boludo —me dice—, yo no tendría banda ancha en casa. A mí Facebook me cambió la vida, pero de verdad".

—¿Para tanto? —le pregunto.

—Mirá para afuera —me explica—. Imaginate que todas las mujeres que están pasando ahora por la calle tuvieran un cartel en el culo que dijera «estoy en una relación complicada», o «soy soltera», o «solamente busco amistad», o incluso «me interesan los hombres y también las mujeres»...

sábado, 20 de julio de 2019

LA DECADENCIA DE LA AMISTAD. Por Alejandro Dolina.

Muchos pensadores han creído notar que, en estos tiempos, la amistad es mas un tema de conversación que una actividad concreta. Por cierto, es relativamente fácil encontrar personas dispuestas a componer canciones sobre los amigos. En cambio es bastante difícil conseguir que esas mismas personas le presten a uno dinero. Según parece, el sentimiento amistoso se halla en decadencia. Todos los días uno tropieza con canallas que lejos de preocuparse por la escasez de amigos, se jactan de ella. -Yo, amigos, lo que se dice amigos, tengo muy pocos, o ninguno- nos gritan en la cara. Y no advierte que el sujeto esta esperando que lo feliciten por semejante hazaña. En los años dorados de Flores, cuando alcanzaban su apogeo la comprensión, la poesía y el juego del codillo, también existían enemigos de la amistad que preocupaban a los Hombres Sensibles.

 

martes, 7 de febrero de 2017

Una historia corta de Roberto Bolaño: Otro cuento ruso

En cierta ocasión, después de discutir con un amigo acerca de la identidad peregrina del arte, Amalfitano le refirió una historia que a él le contaron en Barcelona. La historia versaba sobre un sorche de la División Azul española que combatió en la Segunda Guerra Mundial, en el frente ruso, más concretamente en el Grupo de Ejércitos Norte, en una zona cercana a Novgorod.

martes, 3 de mayo de 2016

Un pequeño velero valiente, Arturo Pérez Reverte



El avión inclina un poco un ala y pierde altura, mientras la línea de la costa se advierte más allá de la ventanilla. Es un día luminoso y azul, aunque un fuerte mistral salpica el mar de borreguillos blancos y marca de oleaje la orilla lejana. Cierras el libro que has estado leyendo y observas el paisaje. Te gusta hacer eso cuando conoces la costa y las aguas próximas, reconociendo desde arriba lo que otras veces has navegado abajo: cabos, ensenadas, playas, puertos, se ofrecen a la vista como en un portulano o un mapa. Y una vez más no puedes menos que admirar a los hombres sabios y tenaces que, en siglos pasados, cuando no existían los satélites ni los aviones, consiguieron a base de compás, cañonazo, reloj, lápiz y papel, levantamientos cuyo trazado exacto, en buena parte de los casos, apenas se han visto modificados por las cartas náuticas modernas.

El Hurto (relato) de "El Jardinero de Sarajevo", Miljenko Jergovic



El hurto (relato). Extraido de "El jardinero de Sarajevo". Miljenko Jergovic. Ed Deria. Descatalogado.

En nuestro jardín crecía un manzano cuyos frutos se veían más hermosos desde las ventanas de mis vecinos. En vano, Rade y Jela traían a sus hijas fruta del mercado; ninguna manzana en el mundo era tan apetitosa como las nuestras vistas desde sus ventanas. Cuando sus padres se iban a trabajar, las niñas saltaban la valla y tomaban la fruta más madura. Yo las echaba, les arrojaba barro y piedras, defendía mi propiedad; aunque ni aquellas ni las manzanas me gustaban especialmente. Para vengarse, la hermana pequeña le dijo a mi madre que me habían puesto un uno en matemáticas. La jefa se fue corriendo al colegio y se convenció de la exactitud de sus palabras, y durante días me maltrató con ecuaciones de dos incógnitas. Tanta X y tanta Y me hicieron la vida imposible, por lo que decidí pagarles con la misma moneda empleando todos los medios a mi alcance.