Estoy acorralada, degenerada, decaída. Ahora me sumo a la marcha, me acomodo a los tiempos de ustedes los jóvenes, pero detrás solita me voy guareciendo en los puestos de diario, cualquier cosa no vine si molesto, o vine si tenía que venir, me saco fotos si hay que sacarse o no aparezco, les saco a ellas, pónganse chicas, no quiero ser sacado de contexto, pero una fotito les saco a todas que están divinas, yo me quedo a un costado. Saluden a la profe de Historia. No me griten los de los últimos bancos o vengan a decírmelo en la cara. No me increpen, shhh que van a venir a echarme y ustedes van a tener que ponerse a estudiar. No quiero robar cámara. Ahora es su Era. Nosotros no tenemos ni guerra, ni amantes, ni taberna, ni mafia. Muertos los gánsteres, pistoleros, embusteros, los droguistas. Muerta la bohemia, los apostadores. Uso la camisa abierta hasta el ombligo y pienso que eso es lo que debería hacer pero después me retraigo, salí a dar una vuelta por el pueblo así y me siguieron con los palos, la camisa hasta dónde hay que abrocharla. Cómo vestirme para que no me acusen de violador por las tardes cerca de los locales de casino o pubs. Bailo a veces pasitos cortos de bailarín ruso, arabescos, soy Rudolf Jamétovich Nuréyev atravieso salones dorados haciendo un assemblé un jeté, eso en los 2 claroscuros y brumosos pasajes soviéticos. En la Berlín de la Karl Marx Allée. Qué debo pensar con ella al hombro o boca abajo. Basta, si no pueden soportarlo afuera todos como en las secuencias de un film con imágenes impactantes. Todavía uso altos borceguís de soldado, mírenlos. Todavía meo de parado en los paredones, ¿ustedes no? tronco enorme, fantasías de Rambo. Todavía bigote y nuez. Y papá presionando. Eso es exactamente lo que quiero decir cuando me refiero a ellos, ustedes tienen padres y tíos ¿no? les han enseñado cosas. Los que me rodean fueron necios y comodones. Tengo fobia a los paseos en barco y al agua, al oleaje formado en los escarceos. Veo lo que hay debajo de la arena mojada cuando me metían la cara y me ahogaban. Miedo a las atragantadas en continuo bajo el agua sin oxígeno, a las babosas saladas en el paladar. Cuando le rompen la psique de chico, después nada lo revierte. Los que están fuera del mundo son las personas más afortunadas. Miren a los vagabundos, miren a los pordioseros con petacas en las puertas de los súper, a los discapacitados, todos tienen perros, todos tienen ese lazo de amor invisible, pascaliano, en la tierra sin ser de acá, ¿saben por qué? mírenle la cara a los pescadores en los lagos frente a los volcanes y verán que están corrompidos. Es porque el amor es algo que está fuera del mundo. Algo que habría que ir a buscar al Polo Norte, hablarle a las ardillas, encerrarse a cantarles a las vacas una madrugada de claro de luna, aborrecerlo todo, quemarlo todo, pero
Entren rápido, los pocos valientes que subsisten, hay esperanza si son dos. Debería haber sido colgado, no sé qué esperan. Ah, el tradicionalismo de los los enviados carroñeros buscando la nota, la frase, la declaración, designar el culpable así todo el mundo duerme bien, qué mundo de bolas flojas, los padres enterrados hasta los huesos hablando de sus hijos, con tatuajes de los niñitos, me pongo enérgico en la cárcel, encuentro mi verdadero yo. Qué quieren, flexiones de brazos y dietas para monos, te haces hombre. Allá todos interesados por el exotismo con serpientes venenosas, junglas, islas vírgenes, indios asiáticos con alfanje. Estamos invadidos, el cosmopolitismo gana, nos fuerzan a una moralidad común, busquen cosmopolitismo en el Larousse. La invasión se alarga y no veremos el final. Vivir es una grosería. Una fórmula humillada. El revés de las niñas obligadas a casarse de la mano de esos tipos altos. Yo heredé la angustia de mis padres. Terminando la vida soy un viejo cosa de nada, un petit bout. Lo que quiere el hombre promedio es el deporte de la muerte, bien palpitante, jadeante. Molière, las comedias de boulevard, Shakespeare, el cine de cowboys, vaciar todas las salas, todo eso y llenar el Coliseo. Ciento veinte mil lugares, ahí gozaban bien los senadores, el Emperador en primer rango estaban poseídos, quemaban a uno de ellos si no miraba la escena, la brutalidad del boxeo, es insulsa, el gusto profundo del hombre es la muerte dolorosa y la vivisección, eso es lo que quiere ver, ah, qué monono, es lindo, el catch, pequeñeces, sandeces, boberías, al lado de lo que querrían en verdad, del gusto profundo, el streap tease, no es nada, para niños, girar en la calesita otra vez y otra el cerebro con dulces de fêtes foraine y sortija. Lo que quieren es la época de la depuración, la masacre de SaintBarthélemy en pantalla grande, que se vea bien con anteojos 3D, si se nos diera libre curso, si nos dejaran volver a los campos de concentración, a las grandes épocas de oro, ahora se aburre la gente, qué quiere el pueblo, una purificación le falta, una purga, el instinto es sólido, de roca, nace con el hombre, es un tablón de madera, tiene eso en las tripas, el hombre no cambia, 600 millones de años que lo conocemos. Qué vemos en la prehistoria, piedras a tortura, un lindo círculo de piedras y la gente viendo como cortan a un buen hombre. Se divertían descerebrando a un tipo vivo. Hiroshima, esa especie de ejecución capital, doscientos mil personas al mismo tiempo, no les divirtió tanto, no es lo mismo, la gran civilización romana son cuatro siglos de circo. El cerebro del hombre es una piedra a suplicio. Una de las distracciones en la India es hacer venir un viejo caballo cansado de algún pueblo para torturarlo hasta que caiga, la no violencia es un buen chiste. Hasta los animales 5 domésticos sucumben, el gato es muy sádico, ¿sabían los aquí presentes amantes de los mininos? Ojo, el perro también, la perra es peor que el perro, entre ellos es sin piedad, habría que contar los pájaros que no son malos pero hay muy pocos, el sadismo y la violencia están en el centro de su corazón. Si pudiéramos medir el apetito de guerra. Las mujeres son púdicas, las escucho ahora clamar todas a la vez ahí afuera, están unidas, tienen el mismo lema, ahora nos toca a nosotras, me voy a casar decían antes, quiero tener hijos, decían antes, puedo cuidar la casa, hacer feliz a mi hombre, decían las generaciones de mujeres enterradas en avalanchas, pobres todas encimadas bajo las lápidas, sus pelos rubios, si vieran lo que hacen hoy sus consanguíneas, si vieran el legado, pero siempre fueron las peores, las más feroces, su cielo no tiene caridad, las perras SS de los campos eran ellas, las grandes tiranas, Elena Ceaușescu, eran ellas, las madres santas del Dictador. Afuera escucho metrallas y se viene la gran algarabía. Afuera son millares que llegan en furgones. En verdad, la edad no tiene ninguna importancia, olvídate lo que dije al comienzo. Paso la noche delirando y delirando como en una ejecución pública hoy convertida en paseo comercial. No sé si estoy loco. Creo que sí. No puedo no estar loco. Esto debería ser la locura. Si no es esto, ¿qué entonces? En todo caso se le parece mucho. Y además, si no es esto estar loco, es peor. Queda uno solo, vos que estás mirándome. Acá ya se van acuartelando y meando las paredes los rehenes. Se viene barricada, huí, que las balas sean para mí solo.
Ariana Harwicz, 1977. Escribo. Nací en Buenos Aires y vivo en el campo, en Francia desde el año 2007. Publiqué mi primera novela Matate, amor en 2012, en España (Lengua de Trapo), en Argentina (Paradiso) y la re-edición con Mardulce (2017) y Animal de Invierno (Perú) fue traducida al hebreo (Zikit Books, 2014), y al inglés (Charco Pess, 2017). Tan intertextual que te desmayas en colaboración con Sol Pérez, (Contrabando, 2013) La débil mental (Mardulce, 2014, Animal de invierno, 2016), también traducida al inglés (Charco Press, 2018) y Precoz (Mardulce, 2015) y en España (Rata, 2016). Actualmente se realizan las adaptaciones teatrales de Matate, amor en Israel, y Argentina y de La débil mental en Argentina.
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