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miércoles, 21 de septiembre de 2022

«El Espejo» de Haruki Murakami cuento, traducción de Diana Morales Morales


Fidel Sclavo

Todas las historias que has estado contado esta noche parecen pertenecer a dos categorías. Están las del tipo en las que tienes el mundo de los vivos de un lado, el mundo de los muertos en el otro, y una fuerza que permite el cruce de un lado al otro. Esto incluye fantasmas y cosas así. El segundo tipo incluye habilidades paranormales, premoniciones, la habilidad de predecir el futuro. Todas tus historias pertenecen a alguno de estos dos grupos.

De hecho, tus experiencias tienden a pertenecer, casi todas, a alguna de estas categorías. Lo que quiero decir es que la gente que ve fantasmas sólo ve fantasmas, nunca tiene premoniciones. Y los que tienen premoniciones no ven fantasmas. No sé por qué pero parece haber una predilección individual por una u otra. Al menos esa impresión me da.

sábado, 7 de noviembre de 2020

Haruki Murakami: La chica del cumpleaños

El día de su vigésimo cumpleaños también trabajó de camarera, como de costumbre. Le tocaba todos los viernes, pero, de hecho, aquel viernes por la noche no debería haber trabajado. Había intercambiado su turno con otra chica que también trabajaba por horas. Lógico. La mejor manera de pasar el vigésimo cumpleaños no es sirviendo gnocchi de calabaza y fritto misto di mare entre los berridos del cocinero. Pero el resfriado de la compañera con quien debería haber intercambiado el turno empeoró y ésta tuvo que meterse en cama. Con casi cuarenta grados de fiebre y una diarrea imparable, no podía ir a trabajar. Ésa era la situación. Y fue ella quien tuvo que acudir apresuradamente al trabajo.



—No te preocupes —consoló por teléfono a la enferma ante sus disculpas—. No porque una cumpla veinte años tiene que hacer algo especial.

Haruki Murakami: Quemar graneros


La conocí en la boda de un amigo y nos hicimos íntimos. Fue hace tres años. Entre nosotros casi había una generación de diferencia; ella tenía veinte años, yo treinta y uno, aunque en verdad eso no representaba ningún impedimento. Tenía muchas otras preocupaciones en mente en aquel momento y, para ser sincero, no le dediqué un solo minuto de mi tiempo al asunto de la edad. Tampoco significó nada para ella desde el principio. Yo estaba casado y eso tampoco le importó. Cuestiones como la edad, la familia o el dinero que ganaba no parecían importarle lo más mínimo. Era algo innato en ella, como la talla de sus zapatos, el tono de su voz o la forma de sus uñas. Esa clase de cosas que no podían cambiarse por mucho que uno pensara en ellas. Visto así, no le faltaba razón.



Se ganaba la vida como modelo publicitaria y así se pagaba las clases de pantomima que impartía no sé qué maestro. No le gustaba su trabajo y a menudo rechazaba lo que le ofrecía la agencia, de ahí que sus ingresos fueran exiguos. Sus carencias financieras las cubría, al parecer, gracias a la buena voluntad de unos cuantos novios. En ese momento no podía saberlo a ciencia cierta, solo eran piezas sueltas de un puzle que fui juntando a lo largo de muchas conversaciones.

Dance Dance Dance. Haruki Murakami

Había una mujer que de vez en cuando se quedaba a dormir en mi apartamento. Luego desayunábamos juntos, y ella se iba al trabajo. Tampoco ella tiene nombre, pero sólo porque no es un personaje de esta historia. Aparece brevemente y desaparece enseguida. Por eso no le pongo nombre, para no liar las cosas. Pero que nadie piense que me la tomo a la ligera. La apreciaba mucho, y la sigo apreciando ahora que ya no está.


lunes, 3 de febrero de 2020

texto de Haruki Murakami

“En el cielo no había una sola nube. Sin embargo, toda su superficie estaba cubierta por el lánguido y opaco velo típico de la primavera. Por encima de aquel velo borroso, el azul del cielo intentaba avanzar y extender sus colores. La luz del sol se derramaba en silencio a través del aire como una cascada de fino polvo y se apilaba en la superficie de la tierra sin que eso importase a nadie.
    El viento tibio hacía vibrar la luz. El aire fluía despacio igual que unos pájaros que se desplazaran, en bandada, a través de los árboles. El viento se deslizaba por el suave declive verde que bordeaba las vías, cruzaba los raíles y atravesaba el bosquecito sin hacer temblar una sola hoja. El canto del cuclillo hendió la suave luz y su eco desapareció en las lejanas crestas.  Las colinas se encadenaban unas a otras en múltiples ondulaciones y se ovillaban en la solana del tiempo como enormes gatos dormidos”

sábado, 28 de junio de 2014

Había una mujer... / Haruki Murakami

Había una mujer que de vez en cuando se quedaba a dormir en mi apartamento. Luego desayunábamos juntos, y ella se iba al trabajo. Tampoco ella tiene nombre, pero sólo porque no es un personaje de esta historia. Aparece brevemente y desaparece enseguida. Por eso no le pongo nombre, para no liar las cosas. Pero que nadie piense que me la tomo a la ligera. La apreciaba mucho, y la sigo apreciando ahora que ya no está.

sábado, 15 de marzo de 2014

dialogo entre Oshima y Kafka Tamura,KAFKA EN LA ORILLA.HARUKI MURAKAMI



FLORENCE ROMETSCH


"... A mi no me importa la bandera que enarbolen. Lo que yo no puedo soportar es a esos tipos huecos. Y cuando se me pone uno adelante no me puedo aguantar. ... Sujetos estrechos de miras, intolerantes y sin imaginación. Tesis desconectadas de la realidad, terminología vacía, ideales usurpados, sistemas inflexibles. Son estas cosas las que a mí, realmente, me dan miedo.Son estas cosas las que yo temo y odio con todo mi corazón. Es importante saber qué es correcto, y qué no lo es, por supuesto. Sin embargo, los errores de juicios personales pueden corregirse en la mayoría de los casos. Si uno tiene la valentía de reconocer su error, las cosas, generalmente, se pueden arreglar. Pero la estrechez de miras y la intolerancia de la gente sin imaginación son igual que parásitos. Provocan cambios en el cuerpo que los acoge y, mudando de forma, se reproducen hasta el infinito. Y eso no hay manera de detenerlo. Y yo, semejantes sujetos no quiero que entren aquí.... Y no puedo tomarme a risa a gente como ésa. ...."

Parrafo extraido de un dialogo entre Oshima y Kafka Tamura, personajes del libro "Kafka en la Orilla", de Haruki Murakami.

Haruki Murakami:" Kafka en la orilla"..."A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena





"A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con a Muerte antes del amanecer. Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso. Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí solo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo. Imagínate una tormenta como ésta. 
Y tú en verdad la atravesarás, claro está. La violenta tormenta de arena. La tormenta de arena metafísica y simbólica. Pero por más metafísica y simbólica que sea, te rasgará cruelmente la carne como si de mil cuchillas se tratase. Muchas personas han derramado allí su sangre y tu, asimismo, derramarás allí la tuya. Sangre caliente y roja. Y esa sangre se verterá en tus manos. Tu sangre y, también, la sangre de los demás. 
Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tu no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No! Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa si quedara clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella. Y ahí estriba el significado de la tormenta de arena." 


miércoles, 5 de marzo de 2014

HARUKI MURAKAMI...Y UNA VEZ QUE LA TORMENTA TERMINE...


Y una vez que la tormenta termine, no recordarás como lo lograste, como sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa si es segura. Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso se trata esta tormenta.
Haruki Murakami