CORTAZAR: VIAJE A UN PAIS DE CRONOPIOS
Los cronopios viven en diversos países, rodeados de una gran cantidad de famas y de esperanzas, pero desde hace un tiempo hay un país donde los cronopios han sacado las tizas de colores que siempre llevan consigo y han dibujado un enorme SE ACABO en las paredes de los famas, y con letra más pequeña y compasiva la palabra DECIDETE en las paredes de las esperanzas,
Los cronopios viven en diversos países, rodeados de una gran cantidad de famas y de esperanzas, pero desde hace un tiempo hay un país donde los cronopios han sacado las tizas de colores que siempre llevan consigo y han dibujado un enorme SE ACABO en las paredes de los famas, y con letra más pequeña y compasiva la palabra DECIDETE en las paredes de las esperanzas,
Cuando se ha decidido ir inmediatamente a conocer ese país, lo primero que sucede es que la embajada del país de los cronopios comisiona a varios de sus empleados para que faciliten el viaje del cronopio explorador, y por lo regular este cronopio se presenta a la embajada, donde tiene lugar el diálogo siguiente, a saber: -Buenas salenas cronopio cronopio.
-Buenas salenas, usted saldrá en el avión del jueves. Favor llenar estos cinco formularios, favor cinco fotos de frente.
El cronopio agradece, y de vuelta en su casa llena fervorosamente los cinco formularios que le resultan complicadísimos, aunque por suerte una vez llenado el primero no hay más que copiar las mismas equivocaciones en los cuatro restantes. Después este cronopio va a un Fotomatón y se hace retratar en la forma siguiente: las cinco primeras fotos muy serio y la última sacando la lengua. Esta última el cronopio se la guarda para él y está contentísimo con esa foto.
El jueves el cronopio prepara las valijas desde temprano, es decir que pone dos cepillos de dientes y un calidoscopio, y se sienta a mirar mientras su mujer llena las valijas con las cosas necesarias, pero como su mujer es tan cronopio como él, olvida siempre lo más importante a pesar de lo cual tienen que sentarse encima para poder cerrarlas, y en ese momento suena el teléfono y la embajada avisa que ha habido una equivocación y que deberían haber tomado el avión del domingo anterior, con lo cual se suscita un diálogo lleno de cortaplumas entre el cronopio y la embajada, se oye el estallido de las valijas que al abrirse dejan escapar osos de felpa y estrellas de mar disecadas, y al final el avión saldrá el próximo domingo y favor cinco fotos de frente.
El jueves el cronopio prepara las valijas desde temprano, es decir que pone dos cepillos de dientes y un calidoscopio, y se sienta a mirar mientras su mujer llena las valijas con las cosas necesarias, pero como su mujer es tan cronopio como él, olvida siempre lo más importante a pesar de lo cual tienen que sentarse encima para poder cerrarlas, y en ese momento suena el teléfono y la embajada avisa que ha habido una equivocación y que deberían haber tomado el avión del domingo anterior, con lo cual se suscita un diálogo lleno de cortaplumas entre el cronopio y la embajada, se oye el estallido de las valijas que al abrirse dejan escapar osos de felpa y estrellas de mar disecadas, y al final el avión saldrá el próximo domingo y favor cinco fotos de frente.
Sumamente perturbado por el cariz que toman los acontecimientos, el cronopio concurre a la embajada y apenas le han abierto la puerta grita con todas las amígdalas que él ya ha entregado las cinco fotos junto con los cinco formularios. Los empleados no le hacen mayor caso y le dicen que no se inquiete puesto que en realidad las fotos no son tan necesarias, pero que en cambio hay que conseguir en seguida un visado checoslovaco, novedad que sobresalta violentamente al cronopio viajero. Como es sabido, los cronopios son propensos a desanimarse por cualquier cosa, de manera que grandes lágrimas ruedan por sus mejillas mientras suspira: -¡Cruel embajada! Viaje malogrado, preparativos inútiles, favor devolverme las fotos.
Pero no es así, y dieciocho días más tarde el cronopio y su mujer despegan en Orly y se posan en Praga después de un viaje donde lo más sensacional (...) En Praga cunde una modesta temperatura de quince bajo cero, por lo cual el cronopio y su mujer casi ni se mueven del hotel de tránsito donde personas incomprensibles circulan por pasillos alfombrados. De tarde se animan y toman un tranvía que los lleva hasta el puente de Carlos, y todo está tan nevado y hay tantos niños y patos jugando en el hielo que el cronopio y su mujer se toman de las manos y bailan tregua y bailan catala diciendo así: -¡Praga, ciudad legendaria, orgullo del centro de Europa!
Un mundo de Cronopios, Famas y Esperanzas
los cronopios eran, en términos generales, buenos, sensibles y dispuestos a embarcarse en cualquier cosa a favor de su permanente entusiasmo por los atractivos de esta vida. Los famas tenían para el autor un contexto negativo: cabían en esta categoría los poderosos, los autoritarios, los enceguecidos por el brillo del dinero. Los esperanzas estaban a mitad de camino: querían llegar a ser cronopios, pero por una razón u otra postergaban el gran salto.
Este fragmento pertenece al libro La vuelta al día en ochenta mundos y fue escrito en tiempos de la Primavera de Praga, una ilusión de breve vida que entusiasmó a no pocos cronopios.
los cronopios eran, en términos generales, buenos, sensibles y dispuestos a embarcarse en cualquier cosa a favor de su permanente entusiasmo por los atractivos de esta vida. Los famas tenían para el autor un contexto negativo: cabían en esta categoría los poderosos, los autoritarios, los enceguecidos por el brillo del dinero. Los esperanzas estaban a mitad de camino: querían llegar a ser cronopios, pero por una razón u otra postergaban el gran salto.
Este fragmento pertenece al libro La vuelta al día en ochenta mundos y fue escrito en tiempos de la Primavera de Praga, una ilusión de breve vida que entusiasmó a no pocos cronopios.
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