"Cartas marcadas". Alejandro Dolina

"Cartas marcadas" es un libro envuelto en niebla. La cerrazón que cubre las calles de Flores se tiende también sobre los capítulos de la novela provocando confusiones y obligándonos a marchar despacio. Por otra parte, la acción perversa de los Conspiradores ha llenado el texto de tachaduras, episodios falsos y agregados fraudulentos, para no hablar de páginas y capítulos enteros que han sido robados.
La niebla no sólo dificulta la percepción, sino que tiene, como los vapores oraculares, un efecto alucinatorio. Vemos poco y lo poco que vemos es dudoso. Los muertos se pasean por el barrio, las pasadillas se hacen realidad y los sujetos se vuelven inconstantes. El lector anda a tientas entre personajes que tratan de ocultar un secreto. El humo le inspira al principio una fe poética que lo convence de que debe dejarse guiar por las intuiciones del amor y del arte. Hasta que comprende, en medio de la oscuridad, que las manos de Virgilio y Beatriz que han venido orientándolo, no son más que otro engaño, el más perfecto, de un universo que es ausencia pura.

....Quienes leyeron a Dolina, o escucharon su legendario programa de radio, ya conocen su estilo (quienes no sepan de quien hablo, por la web circulan creo que todos sus programas). Es un gran contador de historias, ocurrente, ingenioso, divertido, un poco filósofo y algo arrabalero, muy querido en Argentina. Todo esto es demostrado por el hecho de que "Cartas marcadas" acaba de ganar el Premio del Lector en la Feria del Libro de Buenos Aires.

En esta, su primera novela, lo encontramos más travieso y desenfadado, no solamente por el uso de "malas palabras", a las que no nos tiene acostumbrados pero que cumplen su función, sino porque usa y mezcla diferentes recursos que la hacen particular, a la vez que divertida. Otra novedad que destacaría es que notamos más humanos, menos heroicos a los Hombres Sensibles del Barrio de Flores.
La historia principal está formada a su vez por diferentes historias secundarias que transcurren en diferentes espacios de tiempo y convergen al final del libro; cada uno de sus 108 capítulos (dos barajas francesas de 52 naipes, más dos comodines por mazo) asimismo, pueden disfrutarse como un relato independiente.
No quiero dar más detalles, porque el libro está lleno de sorpresas y particularidades que no quiero adelantar. Me ha sacado unas cuantas carcajadas, la disfruté mucho, menos al final, que ganó la pena porque se terminaba.

Silvina Romano

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