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lunes, 2 de noviembre de 2020

Risas y lágrimas. Jorge Fernández Díaz



Fidel Sclavo

Con un nudo en la garganta, tratando de disimular el dramatismo de la hora, el Pitu y el Zorro empujabman la silla de ruedas en medio del gentío. Camino al estadio de Rosario Central miles de personas reconocían a Fontanarrosa y se le acercaban para saludarlo. El Negro ya no podía mover las piernas ni los brazos. Una enfermedad neurológica degenerativa le había ido acorralando la cabeza, lo único que todavía funcionaba bien en ese cuerpo inmóvil. Muchas veces sus dos amigos de la Mesa de los Galanes habían recorrido con él ese mismo trecho, en los prólogos del ritual que más le gustaba: sufrir por amor. Por amor a Central. El Pitufo y el Zorro, míticos protagonistas de tantos cuentos sobre fútbol y mujeres, iban destrozados por dentro, tratando de adivinar qué pensaría Roberto y viendo cómo la muchedumbre lo reconocía, lo alentaba, lo tocaba y le daba besos. De pronto, el Negro giró la cabeza, miró al Zorro y le dijo, con tono alegre: “¿Te das cuenta? Ya soy el Gauchito Gil”.

Eso fue siempre Roberto Fontanarrosa: una risa en medio de la desesperación de la vida.

La Traición. Fragmento. Jorge Fernández Díaz


Fidel Sclavo https://www.clarin.com/cultura/fidel-sclavo-pincel-flota-orillas_0_LhiSqYs7a.html

La primera vez que veo en vivo y en directo a Sebastián Bonet es durante la ceremonia del Bicentenario de la Independencia. Se codea, a pura sonrisa, con el Presidente de la Nación en el palco de honor del Campo de Polo. A esa hora de la tarde, recibimos un alerta en la "cápsula" y se le sugiere al jefe máximo que abandone el lugar. Anuncian por altavoces que se retira, él devuelve los aplausos con la mano en alto y nosotros lo acompañamos hasta el helicóptero blanco con los pelos de punta. Luego nos enteramos de que el repliegue se debió a un incidente en el desfile callejero, sobre la avenida del Libertador: la policía detectó algo raro y detuvo a un tipo que intentaba sumarse a la marcha de los excombatientes de Malvinas. El sospechoso aparenta sesenta años, se coló en un grupo que tenía el acceso autorizado a la cancha de polo y porta una Ballester Molina 11.25. Hacen falta seis para reducirlo, porque es muy bravo. Más tarde la Señora 5 quiere saber de quién se trata; le informan que es un exmilitante del ERP que recibió entrenamiento en La Habana, que participó en atracos y atentados con explosivos, y que fue capturado y puesto a disposición del Poder Ejecutivo diez meses antes del golpe de 1976. Pasó nueve años en distintas cárceles, y tiene, como cualquiera de nosotros, problemas psiquiátricos.