Alguien dice que el pico será el día tal.
Se aplican las leyes de la física y de la velocidad de materiales a la biología.
Movimiento uniformemente acelerado de la maldad.
Pero la maldad no es como la bondad.
La bondad es previsible.
La maldad no es previsible.
Aquello de la certeza.
Se habla del pico de contaminación como si fuera el pico de una montaña.
Con el tiempo, los números se transforman en líneas y las líneas se transforman en montañas.
Montañas altas, montañas bajas.
Se habla de aplanar la montaña maligna, la montaña de la peste.
Una montaña viva, que se forma frente a nuestros ojos.
Cada día contribuye a la forma final de la montaña.
Imagino a alguien que escala la montaña de la peste.
Una montaña falsa, no está en el espacio como las demás.
Está en el tiempo.
Montaña barrida: por la muerte, la medicina o el aislamiento.
Aplanar la montaña.
Golpear de lleno en la cabeza a la montaña mala hasta que se vuelva pequeña y casi inofensiva o incluso inerte.
Dice Roberto, un niño.
Convertir la montaña en un tapete.
Sacarla al sol, lejos de los humanos.
“Vamos a hacer la revolución en la cárcel" —dice un grupo de presos tras enterarse de que un guardia del reclusorio estaba infectado.
"Estoy bien, dentro de los límites de mi angustia", dijo, "con serenidad" un amigo de un amigo brasileño.
Un amigo angoleño recomienda, para la casa, paciencia y aceite de marihuana.
Un viejo presidente de la República dice: “nosotros, los viejos, vamos a ser los primeros en dar el ejemplo.”
Dice: "de ser necesario, le ofreceremos nuestro ventilador a aquel hombre que tenga mujer e hijos."
Los viejos enseñan a caminar a los más jóvenes.
"Ya hay más de un millón de infectados en todo el mundo."
Siempre ha habido competencias estúpidas.
Carreras con los ojos vendados.
El 5 de septiembre de 1952, en Loughton, Essex, Inglaterra, por ejemplo.
Graham Henry Salmon corrió cien metros en 11.4 segundos con una venda en los ojos.
Tratar de correr lo más rápido posible, pero con una venda en los ojos.
Aquí estamos. Velocidad y ceguera.
Hacer por lo menos un agujero en la venda.
Ver con un ojo, ver una parte, comprender una parte.
Muertos en España, Estados Unidos, Italia: el temor se vuelve temible: lo temible, costumbre.
En casa, un apetito tremendo.
Somos un estómago y dos ojos.
Una anciana señora recibe sopa y comida en casa, se la entrega un señor generoso con un barbijo en la cara y un chaleco amarillo.
Esto parece un accidente. Todo tiene un chaleco amarillo.
Un accidente general, pero que no está ubicado en ningún punto de la ciudad.
Una colisión gigante, pero sin colisión, sin carrocería, sin materia.
El tránsito se ha detenido, se ha evaporado.
Los autos están retirados, como animales que han huído a sus capullos temiendo un ciclón.
La gasolina baja de precio, qué simpáticos.
Estados Unidos probó hace menos de una semana un misil supersónico, más rápido que la velocidad del sonido.
El sonido ya es demasiado lento para el siglo XXI.
La velocidad del sonido anda lenta en los días de la peste.
Es difícil que el sonido llegue a quien puede salvarte.
Prueba a gritar si necesitas auxilio.
En Brasil, en Belo Horizonte, BH, la policía militar que a veces asusta, no sólo a los delincuentes, advierte con megáfonos que la gente debe irse a su casa.
"Atención, ciudadano, somos de la policía militar. Diríjase hacia su casa."
Pienso, de repente, en buitres.
Una obra de João Onofre filma a un buitre en una sala.
El buitre está desorientado porque quiere comer y no tiene comida.
Todo es duro, nada es blando ni es alimento.
Me llega un sms.
“Adquiere un Plan de Salud P----- y utilízalo de inmediato. Videoconsultas sin salir de casa. Puedes también hacerte la prueba de Covid-19. Entérate de + en el link.”
El buitre se ha orientado de nuevo y quiere comer.
El "aire tiene tubos por todos lados"
"y llegan aquí los murmullos del dinero", Miguel Cardoso.
Inglaterra: hablan de multas para quienes salgan a comprar tintes para el pelo.
Abro una página de internet.
Dice de entrada: relax with Mozart.
No estaba tenso.
Hay que encerrar al buitre en una sala.
Sólo darle a morder cosas duras.
Cerrar la puerta por fuera y salir, al fin.
Se aplican las leyes de la física y de la velocidad de materiales a la biología.
Movimiento uniformemente acelerado de la maldad.
Pero la maldad no es como la bondad.
La bondad es previsible.
La maldad no es previsible.
Aquello de la certeza.
Se habla del pico de contaminación como si fuera el pico de una montaña.
Con el tiempo, los números se transforman en líneas y las líneas se transforman en montañas.
Montañas altas, montañas bajas.
Se habla de aplanar la montaña maligna, la montaña de la peste.
Una montaña viva, que se forma frente a nuestros ojos.
Cada día contribuye a la forma final de la montaña.
Imagino a alguien que escala la montaña de la peste.
Una montaña falsa, no está en el espacio como las demás.
Está en el tiempo.
Montaña barrida: por la muerte, la medicina o el aislamiento.
Aplanar la montaña.
Golpear de lleno en la cabeza a la montaña mala hasta que se vuelva pequeña y casi inofensiva o incluso inerte.
Dice Roberto, un niño.
Convertir la montaña en un tapete.
Sacarla al sol, lejos de los humanos.
“Vamos a hacer la revolución en la cárcel" —dice un grupo de presos tras enterarse de que un guardia del reclusorio estaba infectado.
"Estoy bien, dentro de los límites de mi angustia", dijo, "con serenidad" un amigo de un amigo brasileño.
Un amigo angoleño recomienda, para la casa, paciencia y aceite de marihuana.
Un viejo presidente de la República dice: “nosotros, los viejos, vamos a ser los primeros en dar el ejemplo.”
Dice: "de ser necesario, le ofreceremos nuestro ventilador a aquel hombre que tenga mujer e hijos."
Los viejos enseñan a caminar a los más jóvenes.
"Ya hay más de un millón de infectados en todo el mundo."
Siempre ha habido competencias estúpidas.
Carreras con los ojos vendados.
El 5 de septiembre de 1952, en Loughton, Essex, Inglaterra, por ejemplo.
Graham Henry Salmon corrió cien metros en 11.4 segundos con una venda en los ojos.
Tratar de correr lo más rápido posible, pero con una venda en los ojos.
Aquí estamos. Velocidad y ceguera.
Hacer por lo menos un agujero en la venda.
Ver con un ojo, ver una parte, comprender una parte.
Muertos en España, Estados Unidos, Italia: el temor se vuelve temible: lo temible, costumbre.
En casa, un apetito tremendo.
Somos un estómago y dos ojos.
Una anciana señora recibe sopa y comida en casa, se la entrega un señor generoso con un barbijo en la cara y un chaleco amarillo.
Esto parece un accidente. Todo tiene un chaleco amarillo.
Un accidente general, pero que no está ubicado en ningún punto de la ciudad.
Una colisión gigante, pero sin colisión, sin carrocería, sin materia.
El tránsito se ha detenido, se ha evaporado.
Los autos están retirados, como animales que han huído a sus capullos temiendo un ciclón.
La gasolina baja de precio, qué simpáticos.
Estados Unidos probó hace menos de una semana un misil supersónico, más rápido que la velocidad del sonido.
El sonido ya es demasiado lento para el siglo XXI.
La velocidad del sonido anda lenta en los días de la peste.
Es difícil que el sonido llegue a quien puede salvarte.
Prueba a gritar si necesitas auxilio.
En Brasil, en Belo Horizonte, BH, la policía militar que a veces asusta, no sólo a los delincuentes, advierte con megáfonos que la gente debe irse a su casa.
"Atención, ciudadano, somos de la policía militar. Diríjase hacia su casa."
Pienso, de repente, en buitres.
Una obra de João Onofre filma a un buitre en una sala.
El buitre está desorientado porque quiere comer y no tiene comida.
Todo es duro, nada es blando ni es alimento.
Me llega un sms.
“Adquiere un Plan de Salud P----- y utilízalo de inmediato. Videoconsultas sin salir de casa. Puedes también hacerte la prueba de Covid-19. Entérate de + en el link.”
El buitre se ha orientado de nuevo y quiere comer.
El "aire tiene tubos por todos lados"
"y llegan aquí los murmullos del dinero", Miguel Cardoso.
Inglaterra: hablan de multas para quienes salgan a comprar tintes para el pelo.
Abro una página de internet.
Dice de entrada: relax with Mozart.
No estaba tenso.
Hay que encerrar al buitre en una sala.
Sólo darle a morder cosas duras.
Cerrar la puerta por fuera y salir, al fin.
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