Pasados siete años, dos semanas o dos meses.
Saldrá a la calle una nueva especie humana.
Llena de deseos de construcción; llena de deseos de destrucción.
Humanos 2.0.
Dos médicos se besan en Madrid con el cubrebocas puesto. Los amantes, cuadro de René Magritte: una mujer y un hombre se besan con un trapo en la cabeza.
La madre de Magritte se suicidó cuando él era adolescente.
La sacaron del río con la cabeza envuelta en una camisa.
Magritte estaba allí, dicen.
La cabeza envuelta en la camisa para mantenerse anónima.
Fue ella misma la que se la puso —o bien alguien para evitar que su hijo la viera.
El café preparado con el ritual de siempre.
Me olvido del final de un largo café como si incluso el final de una bebida fuera terrible.
El miedo al apocalipsis, que penetra en el más mínimo de los actos.
Evitar el final de las cosas.
No me tomo el final del café; hablo con un amigo en Nápoles.
Él me dice: no te tomes el final del café.
Régina, la madre, se mató en el río Sambre.
Es difícil saber con seguridad si se trataba de una camisa o de su vestido.
Boris Johnson regresa a su oficina el lunes y en Air France dicen que la normalidad va a tardar dos años en volver.
Enfermos de cáncer postergan consultas.
Imagino a alguien que interrumpe la transmisión de los datos de la Bolsa para rezar el padre nuestro.
Un hacker religioso; le exige seis padrenuestros y tres avemarías al presentador para liberar la transmisión.
El hacker está fuera de este siglo.
No tiene los mismos dioses. Nada de dinero.
Exige oraciones.
Un historiador, Friedrich von Raumer, maravillado con el París del principios del siglo XX: "¿Quién habrá construido la primera casa? ¿Cuándo se derrumbará la última?"
Tal vez no exista ni la primera ni la última.
Me imagino al hacker interrumpiendo la transmisión.
La madre pesa más que la fuerza que ejerce el agua.
Una frase también repetida en tono de oración.
El río hace todo lo que puede para evitar que alguien se ahogue en él.
Pero no lo logra.
La película del coreano Lee Chang-Dong, "Poesía".
La abuela, a la que le está dando alzhéimer, quiere escribir un poema.
Aprender poesía antes de perder la memoria.
Perder la memoria por otro camino.
"¿Hacia dónde estás mirando?
Hacia el árbol."
¿Qué vas a hacer hoy?
Mirar el árbol.
Tarde ocupada, mirar hacia: la buganvilia, el limonero o naranjo de naranjas incomibles.
En la cabeza, el cuadro de Magritte.
Guimarães Rosa: "Miedo, no, pero se me quitaron las ganas de tener valor".
Es un escritor ruso el que cuenta esta historia.
Alguien lleva una piedra para golpear al mar porque su hija se ahogó allí.
Es difícil que una piedra golpee al mar, pero los padres logran cosas que los demás seres humanos no son capaces de lograr.
No terminar el día con una piedra.
Abro al azar Hojas del jardín de Morya, el oráculo que elegí.
Pero la campana convocará a cada caminante perdido dentro del bosque.
Me gusta el principio: Pero.
Pero la campana convocará a cada caminante perdido dentro del bosque.
Cuando de nuevo salgamos a la calle, que exista alguna campana.
Una campana para cada caminante.
Saldrá a la calle una nueva especie humana.
Llena de deseos de construcción; llena de deseos de destrucción.
Humanos 2.0.
Dos médicos se besan en Madrid con el cubrebocas puesto. Los amantes, cuadro de René Magritte: una mujer y un hombre se besan con un trapo en la cabeza.
La madre de Magritte se suicidó cuando él era adolescente.
La sacaron del río con la cabeza envuelta en una camisa.
Magritte estaba allí, dicen.
La cabeza envuelta en la camisa para mantenerse anónima.
Fue ella misma la que se la puso —o bien alguien para evitar que su hijo la viera.
El café preparado con el ritual de siempre.
Me olvido del final de un largo café como si incluso el final de una bebida fuera terrible.
El miedo al apocalipsis, que penetra en el más mínimo de los actos.
Evitar el final de las cosas.
No me tomo el final del café; hablo con un amigo en Nápoles.
Él me dice: no te tomes el final del café.
Régina, la madre, se mató en el río Sambre.
Es difícil saber con seguridad si se trataba de una camisa o de su vestido.
Boris Johnson regresa a su oficina el lunes y en Air France dicen que la normalidad va a tardar dos años en volver.
Enfermos de cáncer postergan consultas.
Imagino a alguien que interrumpe la transmisión de los datos de la Bolsa para rezar el padre nuestro.
Un hacker religioso; le exige seis padrenuestros y tres avemarías al presentador para liberar la transmisión.
El hacker está fuera de este siglo.
No tiene los mismos dioses. Nada de dinero.
Exige oraciones.
Un historiador, Friedrich von Raumer, maravillado con el París del principios del siglo XX: "¿Quién habrá construido la primera casa? ¿Cuándo se derrumbará la última?"
Tal vez no exista ni la primera ni la última.
Me imagino al hacker interrumpiendo la transmisión.
La madre pesa más que la fuerza que ejerce el agua.
Una frase también repetida en tono de oración.
El río hace todo lo que puede para evitar que alguien se ahogue en él.
Pero no lo logra.
La película del coreano Lee Chang-Dong, "Poesía".
La abuela, a la que le está dando alzhéimer, quiere escribir un poema.
Aprender poesía antes de perder la memoria.
Perder la memoria por otro camino.
"¿Hacia dónde estás mirando?
Hacia el árbol."
¿Qué vas a hacer hoy?
Mirar el árbol.
Tarde ocupada, mirar hacia: la buganvilia, el limonero o naranjo de naranjas incomibles.
En la cabeza, el cuadro de Magritte.
Guimarães Rosa: "Miedo, no, pero se me quitaron las ganas de tener valor".
Es un escritor ruso el que cuenta esta historia.
Alguien lleva una piedra para golpear al mar porque su hija se ahogó allí.
Es difícil que una piedra golpee al mar, pero los padres logran cosas que los demás seres humanos no son capaces de lograr.
No terminar el día con una piedra.
Abro al azar Hojas del jardín de Morya, el oráculo que elegí.
Pero la campana convocará a cada caminante perdido dentro del bosque.
Me gusta el principio: Pero.
Pero la campana convocará a cada caminante perdido dentro del bosque.
Cuando de nuevo salgamos a la calle, que exista alguna campana.
Una campana para cada caminante.
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